Llegar a Masterchef era un anhelo que Henry Alvarado, guayaquileño de 29 años, se había propuesto desde que Teleamazonas lanzó la primera temporada. Cargado de emociones este ingeniero comercial, que proviene de una familia de agricultores arroceros, no logró convencer, en la segunda y tercera temporada, con sus sencillos platos criollos a los rígidos jueces. Uno de ellos es el temido chef colombiano, Jorge Rausch; la chef Carolina Sánchez, ganadora de una estrella Michelín y la empresaria gastonómica, Irene González, ambas ecuatorianas.

Lloró pidiendoles una oportunidad, pero le fue negada. Acompañado siempre de su inseparable sombrero, prometió volver y así lo hizo. Finalmente, lo logró. Estuvo entre los 23 concovocados que viajaron a Bogotá para unirse a las cocinas de la cuarta temporada de MasterChef Ecuador.

En medio de retos de campo, pines del chef, delantales blancos y negros, rencillas e indirectas entre los bandos que se habían formado (los de barrio y los fiu fiu), Henry salió adelante. En cada plato que ponía sobre el atril se notaba estudio y crecimiento gastronómico. Iba de menos a más.

Sus tan criticados platos criollos y su insuperable arroz con leche que le enseñó su abuelita, dieron un giro de 180 grados al elevarlos, según criterio de los jueces a platos de competencia. Se llenó de perseverancia y deseos de demostrar que querer es poder y que todos quienes lo criticaban y hacían menos por sus platos sencillos, estaban equivocados. Pero, se coronó como el ganador de la cuarta temporada, lo que sorprendió a muchos, cuyas expectativas estaban en las otras dos finalistas: Victoria Patiño y Alexandra Torres.

¿Por qué te apasiona tanto la cocina ecuatoriana?

Porque el Ecuador es muy rico en sabores. Tenemos preparaciones que todavía no han visto la luz, hay que buscarlas y sacarlas y eso voy a hacer.

Cómo tomaste las críticas de otros competidores, luego de que esta temporada tuviera una división de grupos bien marcada.

Eran entrevistas previas, nadie nos lo decía, ni tampoco lo sabíamos, recién ahora nos vinimos a enterar de las cosas que dijeron esas personas.

Te hirieron esos comentarios.

No, no creo sentir que me hirieron, pero sí en algún momento palabras como ‘los gordos’, etc. junto con otras particularidades que sí me hicieron sentir mal en alguna ocasión.

Fueron los retos de eliminación los momentos más feos dentro de la competencia.

No. Los retos de eliminación me encantaban porque salíamos de la rutina de la competencia. Tal vez duros eran los retos en los que tocaba cocinar y darle altura al plato, llevarlo a la alta cocina, como lo querían los jueces y ahí estaba la dificultad.

Cuáles son tus platos preferidos.

Me quedo con el arroz con leche de mi abuela y el colonche, porque son platos muy representativos de nuestra tierra.

Qué proyectos tienes con el premio económico.

Tengo en mente un par de proyectos, uno de ellos es abrir un pequeño local, al cual quiero llevar la gastronomía ecuatoriana, todo lo aprendido, todo lo hecho, para que vayan a degustarlos y segundo, soy mucho de la ayuda y obra social. Cosas que no las posteo ni hablo en redes, que las llevo en el corazón, es meritorio y lo prometí al inicio de la competencia. Tengo un grupo de amigos con los que repartimos comida.

Qué te llevas de Masterchef.

Me llevo alegrías, cosas buenas y mucho aprendizaje. Como la técnica de cocina molecular, espumas, aires, esferas, platos internacionales. Y los amigos. La competencia deja amigos, aunque por ahí decían que no, pero es mentira. Johanna, Jamil, Nicolás, Raúl, Andrés, Sonia, Sarita y Edison, permanecíamos unidos. Eran personas muy allegadas, con las que compartíamos mucho, que veníamos desde abajo y queríamos superarnos. (IL)