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Buena Vida
Doña Blanquita y su tripa mishki, la preferida de Oswaldo Guayasamín
Blanca Cusicagua se salvó de morir a los 7 años, perdió a su madre en su adolescencia y en 2013, a sus 65 años, es una comerciante destacada en Quito
En la vida de Blanca Matilde Cusicagua Chicaiza, de 66 años, todavía se sienten las huellas de un pasado difícil. A los 14 años quedó huérfana y tuvo que asumir el papel de cabeza de hogar tras la partida repentina de su madre, quien pereció víctima de un cáncer.
Con hermanos menores a su cargo, tomó las riendas del negocio familiar: la preparación de tripa mishki (tripa de res condimentada y asada). Desde ese momento, hasta este abril de 2023, no ha faltado el sustento en su morada, incluso ahora, que enviudó hace una década.
Han pasado ya 52 años desde que se hizo cargo del emprendimiento y doña Blanquita, como es conocida, tiene un sinnúmero de clientes, nacionales y extranjeros, que la buscan a diario en el puesto 5 del popularmente llamado Parque de las Tripas, en el límite del barrio La Vicentina con La Floresta, en el centro norte de Quito (ver infografía), pero muy pocos conocen de su historia y que sus ‘tripitas’ fueron las preferidas del reconocido artista ecuatoriano Oswaldo Guayasamín, quien falleció a causa de un infarto el 10 de marzo de 1999, en los Estados Unidos.
Durante 15 años, cada 6 de julio, la comerciante fue protagonista en los cumpleaños del pintor quiteño, quien era su fiel cliente y la contrataba para que brindara sus ‘manjares’ a los invitados, sin que perdiera su esencia, porque debía presentarse de la misma forma que lo hacía en su sitio de trabajo. “Todo, tal y cual como vendo, yo iba (...). Llegaba bastante gente del exterior. Una cosa es contar y otra haberlo vivido. Hacían cola”, rememora emocionada.
Ella guarda esta experiencia con cariño y orgullo en su memoria y en el corazón. Al narrarla, sus ojos brillan y una sonrisa se dibuja en su rostro, algo singular en alguien poco expresiva, como la describen quienes la conocen. Es evidente que estos momentos fueron especiales para ella.
Su sazón -cuenta- es también del agrado de los allegados del extinto pintor. Lo sostiene porque pocos meses antes de esta entrevista alguien de su círculo familiar la buscó para que le ofrezca un servicio similar. Ella cree que el sabor de sus ‘tripitas’ es lo que ha logrado cautivar y hacer que sus comensales le guarden lealtad.
Pero alcanzar eso no ha sido fácil. Blanca Cusicagua tiene una historia dura que ha forjado en ella una mujer trabajadora y dedicada a sus cuatro hijos, uno de ellos de crianza, quienes buscan llenar sus vacíos afectivos con muestras de cariño -como besos y abrazos- que ella no recibió.
Ejemplo de superación
Blanca Cusicagua es zurda y cuando corta los productos para la preparación de la tripa mishki es difícil no notar la falta del pulgar de su mano izquierda. Su pérdida tiene una penosa historia que la remonta a sus 7 años, cuando en la cocina su madre debía utilizar carbón, cuyo humo fue el que acabó poco a poco con su vida.
Durante una jornada de preparación de alimentos, una llama alcanzó las sábanas que cubrían a la entonces niña Blanquita, quien pudo ser rescatada a tiempo, antes de que el fuego la cubriera por completo, pero sufrió quemaduras en una pierna y daños severos en su dedo, lo que llevó a perderlo.
Al hacer memoria del camino recorrido, Blanca Cusicagua no logra contener las lágrimas, el dolor es evidente. Sin embargo, afirma que ha podido convertir esos sentimientos en fuerza para luchar por los suyos, y señala que también los ha transformado en amor para mejorar la sazón de la comida que ofrece a su clientela, sumándole algunos toques secretos. “Tengo ese amor que mi madre me dejó inculcado y he añadido cosas para tener un mejor sabor. Ahora es mucho mejor”, comenta entre sollozos la comerciante.
Lorena Farinango, su hija, dice sentirse orgullosa de su madre y del ejemplo de superación que es para ella y sus hermanos, porque a pesar de que no es alguien muy expresiva afectivamente, les ha enseñado a valorar el trabajo e incluso, como muestra de su aprecio, les regala un día completo de labores, incluyendo las ganancias. Eso ocurre cada domingo.
- El proceso:
- Para preparar la tripa mishki, Blanca Cusicagua compra productos frescos, directamente a mayoristas, y luego realiza las demás labores en su vivienda, pero no lo hace sola. Farinango detalla que en total son ocho personas, incluyendo los hijos, quienes se encargan del proceso.
- Su jornada laboral empieza a las 06:00, calentando agua en una cocina industrial para lavar los carritos móviles sobre los que venden sus productos. “Es necesario lavarlos de esa manera porque acumulan grasa. Esto se hace todos los días”, precisa la hija. Estos puestos móviles son transportados en camionetas para evitar que el asfalto dañe las ruedas con el constante movimiento. Para organizarse en el parque, por ordenanza, los comerciantes tienen media hora para armar y, al finalizar la jornada, el mismo tiempo para desalojar.
- Es por eso que su horario de atención al público es de 16:00 a 23:00, no antes ni después. En el lugar, los vendedores cuentan con conexiones para agua, energía eléctrica y desagües, todo pagado por ellos, sostiene Farinango. Es por eso que para brindar un buen servicio y cuidar su inversión, cada noche revisan que todo quede en excelentes condiciones.
Blanca Cusicagua es una de las personas más pendientes de que los procesos se lleven a cabo porque sabe que su historia aún no ha terminado y que se escribe en cada platillo de tripa mishki que degustan sus clientes.