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Crónica
Los compradores de calzoncillos de la Bahía tienen su personalidad
Los comerciantes de este 'mall' popular revelan que unos clientes sacan a su niño interior con ‘chones’ de cómics; otros se van de combate con el ‘milico’, también está el que ‘golea’ en la cama.
Dime qué calzoncillos utilizas y te diré quién eres... Así reza la ‘sabiduría popular’ de los comerciantes de la Bahía, en el centro de Guayaquil.
“No es necesario ser psicólogo para conocer la personalidad del cliente masculino, con el calzoncillo basta”, manifiesta César Chóez, vendedor de lencería femenina y masculina.
En su puesto, ubicado en las calles Colón y Pichincha, exhibe al ‘rey’ de sus ventas, el bóxer, aunque también comercializa los clásicos: bikini y tipo short, pero a estas prendas las tiene más tapiñadas en su quiosco, no tienen mucha salida.
Lo que llama la atención es la diversidad de estampados en sus bóxeres, por eso Chóez procede a la presentación de algunos de los que tiene en percha...
“Está este, el militar, para aquellos que se van de combate. No podría faltar el de Superman, el Hombre de Acero… ya se imaginarán el resultado de esa noche. Asimismo, puede comprar este de Bart Simpson, de angelito, que te puede llevar al cielo en una noche de pasión. De igual manera tenemos este de huellas de perro, para que saques tu lado animal y el que viene con motivos navideños, para que obsequies placer, solo pilas, cuidado te ‘regalan’ un hijo. También tenemos los de rayas, para que te ‘rayes’ en la cama”, ríe el creativo comerciante, quien lleva ocho años en este negocio.
Los shorts (de tela de algodón), también llamados ‘toldos’ masculinos, son utilizados no solo por los abuelitos, también por jóvenes. “Dicen que los llevan por mayor comodidad y porque así no se escaldan. Lo visten más al dormir”, precisa.
‘Mommy’ analiza y escoge
La ‘sugar mommy’ (mujer adulta que ofrece regalos y dinero a los ‘pelados’) también se va de ‘shopping’. No gasta tanto como el ‘sugar daddy’, pero se cae con su billete.
“Pueden gastar de 50 a 70 dólares. Son más analíticas, llevan prendas de mejor calidad, para que les dure más a su novio, que por lo general son muchachitos de 20 años; ellas tendrán unos 40. A veces hasta hacen combos y le compran bóxeres con medias”, cuenta Valentina López, quien tiene cuatro meses vendiendo ‘chones’ en esta zona.
La joven, de 25 años, dice que el ‘daddy’ es más despilfarrador, y la chica elige; él paga nomás. Sin embargo, la ‘mommy’, es ella quien le selecciona los interiores a su pareja.
“¿Cómo me doy cuenta de que no son madre e hijos, sino pareja? Por cómo la señora lo trata, le dice: ‘Mi amor, papi...’. Aparte el hijo escoge, el novio no, o de pronto a mí me ha tocado ver a los ‘mandarinas’, pues ella es quien decide”, cuenta López.
El niño interior y el goleador
Otro cliente fijo es el oficinista, el ejecutivo, quien acude a la Bahía con camisa, corbata, pantalón de vestir y busca los ‘chones’ de caricaturas o superhéroes; con su compra saca a su niño interior.
Además, están los deportivos, quienes no solo desean llevar al equipo de sus amores en sus corazones, también los quieren en sus partes íntimas.
“Con un calzoncillo de Barcelona, me voy de goleada, uno es macho latino castigador”, manifiesta y se carcajea Jorge Sánchez, comprador.
Los ‘pura boca’
Vanessa Loor tiene su puesto de lencería femenina y masculina en las calles Olmedo, entre Chile y Chimborazo.
La vinceña afirma que también le ha tocado aguantarse a los compradores presumidos.
“Una le da una talla y empiezan: ‘Deme uno más grande, que el mío no es chiquito’, ‘es que yo calzo tanto’. Lo hacen para ‘lamparear’ su tamaño, creen que una se va a deslumbrar y va a caer”, expresa Loor, quien menciona que entre sus clientas también están las lesbianas, quienes adquieren muchos bóxeres masculinos.
Entre los colores que más le compran a Loor están el negro, azul, entre otros; y le huyen al blanco. “Me imagino que prefieren los colores oscuros porque estos tapan la mugre y el blanco no, por eso le hacen ‘fuchi’ a este tono”.
El de la suerte
David López (20) es fan de los bóxeres, en especial de los huequeados. “Esos son los de la suerte. Yo tenía un ‘mil en uno’; un calzoncillo con mil huecos. Ya sabe, por el calor, el guayaco es acalorado en todos los sentidos (ríe). Yo lo tuve un año y medio, pero mi ‘pelada’ me lo botó. Uno busca comodidad”.
Para Carola de Álvarez, quien lleva 11 años de casada, no importa la presentación. “¿Apretado u holgado? ¿Bóxer o short? No importa, esto es como un regalo; no debe interesar la envoltura, sino lo que está adentro”.
Franco Pilone, ciudadano
Ropa que no arropa
Por lo general, los hilos dentales los usan los strippers, pero Valentina López revela que lo llevan gais, heterosexuales, en fin... los más juguetones.
“Están en 5 o 6 dólares. Estos interiores también hablan de la personalidad del cliente. Solo deben de estar pilas, porque se pueden resfriar por tan poca ropa”, menciona entre risas. (RAD)