Exclusivo
Actualidad

Ángel (de gorra) y Alexander trabajan en la misma funeraria y ya se han adaptado al trabajo que llevan a cabo.Francisco Flores / Extra

¿Cómo es la vida de un trabajador de funeraria en Navidad? Aquí un peculiar caso

Especialista en el tratamiento de cuerpos comparte sus anécdotas inolvidables y los momentos más duros que han vivido durante estas festividades 

En la víspera de esta Navidad, Ángel Palma se preguntaba qué tanto iba a poder disfrutar de aquella festividad especial junto a su familia. Y es que para este joven de 24 años, la magnitud de la celebración se ha vuelto una incertidumbre. Puede ser mínimamente ‘bacán’, con algo de tiempo para compartir con los suyos; o limitada, teniendo que partir inesperadamente apenas termine de comer la cena.

(Lea también: En licorería de Samanes 7 envasaban cerveza barata y la vendían más cara)

Su trabajo es demandante. Labora en una funeraria ubicada en el norte de Guayaquil desde hace cuatro años. Su responsabilidad implica tener que salir en cualquier momento si el deber llama. Porque, claro, “la muerte no avisa, pero debemos estar preparados para cualquier emergencia en la que los clientes requieran ayuda”, explica.

Los compañeros alistan los cadáveres para que puedan ser velados. Les colocan formol, los maquillan y los visten.Francisco Flores / Extra

Sus funciones en la funeraria

Entre sus actividades, debe retirar a los fallecidos en casas y hospitales, ayudar en los trámites, preparar los cadáveres para que puedan ser velados y transportarlos hacia donde los deudos hayan decidido darles el último adiós.

Lo más difícil de mi trabajo en estas fechas es saber que en cualquier momento se tiene que salir. Alejarse de la familia es un poco complicado, pero entendemos que es nuestra misión. Estamos dispuestos a eso”, recalca.

Por ejemplo, el 24 de diciembre del año pasado ‘camelló’ de 19:00 a 22:00. Al terminar, regresó apresurado a casa y pudo festejar, pero no demasiado. A las 04:00 de nuevo salió a sus labores: tuvo que viajar de Guayaquil a Esmeraldas para trasladar un cuerpo. Un trayecto agotador, de más de ocho horas.

“Es importante pasar en casa lo más que se pueda, pero también tengo claro que no me puedo extender en la celebración ni tampoco excederme. Siempre debo estar preparado para salir”, reflexiona.

La emotividad, lo más duro

Alexander Vásquez lleva dos años en la misma actividad y es compañero de Ángel. Tienen la misma edad y se van abriendo paso en este oficio.

Alexander dice que lo más difícil para él no fue acostumbrarse a preparar los cadáveres, “aunque al inicio siempre cuesta un poco”. Le resulta más duro ver el dolor ajeno y sobrellevar la tristeza que le provocan ciertos casos.

Antes de laborar en la funeraria le tocó afrontar la muerte de su abuelita. La empresa de servicios exequiales que le ayudó con el proceso aquella vez es la misma para la que actualmente trabaja. La pérdida de su “mamita”, como le decía de cariño, le ayudó a tener más empatía con los clientes.

“Yo hablo con ellos, les doy el pésame, les doy ánimos, porque también pasé por lo mismo. Hace poco, un amigo murió y ya tenía comprada su ropa para esta Navidad y Fin de Año. Me dijeron: ‘Queremos que le ponga esto, porque es lo que iba a usar’. Siempre nos piden que los vistamos con las cosas que tenían listas y nosotros complacemos con eso, porque es la voluntad de la familia”, cuenta con un tono levemente melancólico.

Los compañeros alistan los cadáveres para que puedan ser velados. Les colocan formol, los maquillan y los visten.Francisco Flores / Extra

También le resulta muy triste saber de casos en los cuales los clientes estaban listos para recibir a parientes desde el extranjero con un pavo, regalos y ansias de compartir juntos, después de no haberse visto por un buen tiempo; sin embargo, cuando todavía están por llegar, se muere alguien de la familia.

Una de sus estrategias es acercarse a dialogar con quien muestra más fortaleza emocional, para que conozca el proceso que se debe realizar, de manera que esa persona sea quien pueda consolar a los más afligidos.

“No es fácil viajar a Ecuador esperando disfrutar con tus seres queridos la Navidad y que, al aterrizar, todo cambie y te debas alistar para un velorio y un sepelio. Por eso busco ser comprensivo, esto no solo se trata de un trabajo, sino de apoyar a quien lo necesite, así sea con unas palabras cortas, pero aliviarle un poco la pena”, manifiesta.

Su deseo en estas fiestas es que todo aquel que pase por un duelo pueda aceptarlo, en lo posible, positivamente, pero también abrazando más, queriendo mejor y viviendo intensamente los buenos momentos. 

¿Quieres acceder a todo el contenido de calidad sin límites? ¡SUSCRÍBETE AQUÍ!