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¡Vacila tu ‘cachina’ usada!
El ahorro en tiempos de crisis, pero también el ánimo de colaborar con temas como el ambiente, lleva a los compradores y comerciantes a estas ventas de garaje.
Están en grandes canchones o en pequeños garajes. Los locales de venta de artículos de segunda mano, más conocidos como mercados de pulgas o pulgueros, experimentan un incremento en Quito, a la par que van quedando de lado los temores y las medidas de restricción por la pandemia de COVID-19.
El movimiento en las calles aledañas a la intersección de las avenidas Seis de Diciembre y El Inca, en el norte, se ha intensificado en los últimos meses, especialmente los domingos, que antes eran considerados ‘días muertos’. De los zaguanes de algunas viviendas salen personas visiblemente satisfechas con fundas de ropa, artículos para el hogar y hasta juguetes que se resisten al descarte y buscan una segunda oportunidad.
Doris, quien es propietaria de uno de los ‘pulgueros’, dice que cuando las cosas “estaban bien” en su hogar adquiría ropa y objetos que, en algunos casos, llegó a ocupar una sola vez. “Con la pandemia varios familiares perdieron el trabajo y decidimos poner en venta algunas de esas cosas para ayudarnos. Primero fue por redes sociales y ahora en una tienda física. Al inicio hubo recelo, pero luego otros vecinos llegaron a comprar, intercambiar o vender sus pertenencias de segunda y perdimos el miedo”.
Un par de kilómetros hacia el sur se ubica el Mercado de Pulgas de El Inca, uno de los más grandes del sector. Los fines de semana, desde temprano se forman largas colas de vendedores y compradores de todas las edades y situación económica. Ahí encontramos a Consuelo Cruz, quien ofrece una variedad de productos que cuestan desde tres dólares cuando son usados, pero si están en buen estado pueden llegar a los 30 dólares, como ropa, zapatos o artefactos nuevos.
Carol Mendizábal, quien regenta el Mercadito de Pulgas D’ Carol, tiene algo más de seis años de experiencia en este negocio. En ese lapso ha encontrado clientes que al inicio dicen que jamás usarán ropa usada, pero encuentran algo diferente que les gusta y se enganchan. También están los que lo hacen por un tema ambiental y aquellos que buscan generar un ingreso vendiendo, o ahorrar comprando.
“Evidentemente, se han abierto varios negocios de este tipo luego de las restricciones de movilidad y muchos de ellos han encontrado un nicho en plataformas tecnológicas. Nosotros preferimos que sea algo físico, que la gente pueda ver y constatar la calidad de lo que compra”, señala la emprendedora.
Otro sector donde las ventas de este tipo han ganado fuerza es en La Floresta, al centro-norte de Quito. Ahí nació Cafetina, hace una década. La pandemia provocó un cierre temporal, pero ahora ha resurgido con pulgueros que son acompañados de expresiones artísticas. La actividad se lleva a cabo una vez al mes, aunque tienen diferentes tipos de ferias durante el año.
“Tenemos una clientela cautiva y gente que confía en nosotros y viene a vender sus productos que, si bien son de segunda mano, están en perfecto estado. Es maravilloso poder impulsar el reúso, la moda y economía circular. Al inicio sí hubo quien decía ‘guácala’ a lo usado, pero sentimos que tras la pandemia mucha gente cambió su forma de ver las cosas”, cuenta Carla Cáceres, quien junto a su hermana Pilar da vida a este espacio.
Incluso, hay personas que compran en los pulgueros y llevan eso a revender a sus barrios. De ahí la importancia de tener precios asequibles, señala Cáceres.
Viviana Herrera empezó a visitar pulgueros impulsada por su hijo, que encontró ahí objetos novedosos que le gusta coleccionar. Reconoce que se resiste a comprar ropa usada, pero señala que ha adquirido adornos y otros artículos para el hogar en buen estado y precios inmejorables. Así sí vale.
Actividad
La próxima feria de Cafetina será el 9 de octubre. La mayoría de iniciativas de este tipo se promocionan a través de las redes sociales.
Este mecanismo de compraventa de artículos de segunda mano ha dado también un salto a la virtualidad, especialmente por la pandemia, que impuso restricciones para acudir a lugares de concurrencia masiva.
En redes sociales como Facebook o Instagram se encuentran grupos de venta de artículos de diferente índole. En la mayoría de casos los resultados son satisfactorios, tanto para el comprador como para el vendedor. Sin embargo, también existe el riesgo de estafas y otros delitos al usar estos sistemas, por lo que las autoridades recomiendan tomar ciertos recaudos para no ser víctimas de un problema que, según los datos de la Fiscalía, en 2020 registró 436 denuncias.
Andrés Jiménez, vendedor en el Mercado de Pulgas de El Inca, explica que la venta por plataformas es válida si se la hace de forma honesta. Sin embargo, él prefiere el trato directo con sus clientes, por un tema de seguridad mutua.