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Mercedes junto a su enfermera recuperándose del COVID-19. Cerca de 1.800 dólares le ha costado su tratamiento.Romina Almeida/EXTRA

A falta de billete y de UCIs se ponen de moda las 'unidades de cuidados caseros'

Debido a la alta demanda de camas en los centros de salud, por causa de la COVID-19, la 'caleta' se ha vuelto una minisala hospitalaria

Roberto Viteri convirtió las habitaciones de su casa ubicada en Guayacanes, norte de Guayaquil, en pequeñas salas de hospital. Recetas, un tanque de oxígeno, medicamentos y cuidado personalizado para los pacientes (esposa, hijos y suegra), cambiaron la apacible rutina de este hogar. Y todo por el repunte de contagios de la COVID-19.

No tuvo otra alternativa ante la ocupación de camas al 100 por ciento en las unidades de cuidados intensivos (UCI) en hospitales porteños.

La de hospitalización general en pacientes con coronavirus es de 70 % en el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), 60 % en el Ministerio de Salud Pública (MSP) y 100 % en clínicas y el hospital Luis Vernaza, según el último informe del COE cantonal.

Roberto calcula que ha gastado unos 1.800 dólares desde el pasado 18 de marzo hasta ahora en la salud de su suegra, Mercedes Alvarado, de 66 años, quien fue la que más se agravó. Requirió de una enfermera, oxígeno, exámenes para evaluar su sangre (que no coagule), tomografías para revisar sus pulmones (afectados una tercera parte), etcétera.

En el tratamiento y medicación de sus vástagos y ‘ñora’ ha gastado menos. Sus ‘pelados’ (de 11 y 13 años) sintomatizaron dos días. “Tocó pagarle al pediatra con experiencia. El especialista los monitoreaba constantemente, les mandó paracetamol y vitaminas. Gastamos 250 dólares en ambos. Con mi esposa fueron unos 400, no fue tan caro porque no usó oxígeno, no tuvo complicación respiratoria”.

A él le dio leve, con 200 dólares lo resolvió. Se apoyó en su tarjeta de crédito y ahorros.

Iván Mora (43) invirtió 2.800 dólares en su tratamiento. El 26 de febrero salió positivo en la prueba PCR, pero su cuadro se agravó, a tal punto que necesitó del cuidado de un médico, un enfermero y un experto en terapia respiratoria en su casa, ya que no halló cama en ninguna casa de salud.

Agradece a Dios que solo él se complicó; a su esposa e hijo (15) les dio leve, sino le tocaba aflojar otro billetazo.

Las camas de las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) están copadas al 100 por ciento.Christian Vásconez/EXTRA

La factura más cara

Para las hermanas Verónica, Mónica y Geoconda Macías Holguín, la factura fuerte ha sido la psicológica: perdieron a su padre de 85 años, quien esperaba ser vacunado. Fue internado en un hospital público, pero falleció el 31 de marzo.

Ahora su madre (76) está infectada. No hallaron cama en centros médicos, por eso es tratada en casa. En dos semanas han desembolsado unos 2.800 dólares. Hicieron la ‘vaca’ para pagar el tratamiento.

Verónica, la menor, afirma que perder a un padre y saber que su mamá está delicada es una carga emocional fuerte. “Con mi ñaña nos turnábamos las noches. Mi madre se levantaba al baño y al mínimo movimiento se le bajaba el oxígeno, nos desesperábamos porque pensábamos que se podía ahogar o que le podía dar un infarto, ya que es hipertensa. No sabíamos qué hacer. Me dio pánico, por eso contratamos a un enfermero, le pagamos 80 dólares al día”.

Creen que su papá se hubiera salvado si lo asistía alguien calificado en su hogar. “No queremos repetir la historia con mamá”, finaliza.

En el hospital Bicentenario del cantón Guayaquil la ciudadanía permanece afuera de sus instalaciones para realizarse una prueba de COVID-19.Romina Almeida/EXTRA

Botiquín 'anti-COVID'

Aislamiento de pacientes, uso de mascarillas adecuadas, lavado de manos y buena ventilación en la habitación, recomienda el médico intensivista Juan Pablo Minchala para quien decida tratarse contra la COVID en casa.

También es necesario contar con botiquín de insumos y artefactos médicos que incluyan sueros orales para preparación, paracetamol, antiinflamatorio, aspirina o ibuprofeno.

El emergenciólogo Javier Jiménez sugiere tener a la mano un oxímetro, tensiómetro y termómetro, “porque la fiebre es un marcador esencial para notificarle al médico en qué necesitamos ayuda”, indica.

Es importante monitorear cualquier signo de alarma: si satura menos de 94 por ciento necesitará oxígeno suplementario. Una persona con COVID leve debe hidratarse, comer bien y tomar algo para la fiebre, como paracetamol.

“Si la infección avanza consulte a un médico capacitado en estos casos, que no use medicamentos de moda. Si el paciente consume más de cinco litros de oxígeno al día es potencialmente grave, y si tiene mucho trabajo al respirar, requiere hospitalización”, precisa Minchala.

"Si no hay plata puede ir al dispensario, centros de salud u hospitales. No espere ahogarse”.Javier Jiménez, emergenciólogo