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Leandro Norero fue asesinado en la nueva masacre en la cárcel de Cotopaxi..Cortesía

¿Quién es el sucesor de Leandro Norero?

La Policía ha identificado la estructura delictiva de Leandro Norero, pero las venganzas y traiciones dentro de las bandas impiden conocer cómo quedarán los liderazgos

Con la muerte de Leandro Norero Tigua, de 36 años, emergen una serie de interrogantes sobre la violencia criminal y las operaciones de narcotráfico en el país. ¿Quién es el heredero de Leandro Norero? ¿Seguirá el derramamiento de sangre?

El 25 de mayo de 2022, Norero fue arrestado en su casa en Samborondón, en Guayas. Para ese entonces, la Policía ya elaboró una esquema piramidal de su organización narcodelictiva. En la cúspide estaba Norero y junto a él, alias Samir.

La Policía identificó a Samir como un ecuatoriano que se presentaba como un comerciante de madera. Investigadores revelaron a este diario que Samir estuvo preso en EE.UU. por tráfico de heroína. Colaboró con las autoridades norteamericanas y regresó a Ecuador.

En el país, junto con Norero, se habría dedicado al tráfico de drogas. Desarrolló una banda denominada 'La Mafia de Samir', que operaba en el sector de Fertisa, en el sur de Guayaquil.

Tras la muerte de José Luis Zambrano, alias Rasquiña o JL, el líder máximo de Los Choneros, Samir y Norero se encargaron de los envíos de cocaína al exterior y toda su logística.

Los investigadores señalan que ambos manejan la red de contactos que tejió Zambrano. Se tratan de conexiones con los guardias de los puertos, policías corruptos, trabajadores de empresas exportadoras de frutas, funcionarios judiciales y políticos que colaboran con las operaciones de narcotráfico.

Samir tiene antecedentes por asesinato, pero nunca ha sido condenado. De hecho, fue sobreseído por el crimen del ciudadano dominicano Marco Antonio Morales García, ocurrido el 1 de diciembre de 2014, en Guayaquil. En ese juicio, la viuda indicó que Samir llamó a su esposo y le pedía que le devolviera 41.000 dólares que le había prestado. El dinero, dijo la testigo, pertenecía al comercio de la droga. El cadáver de Marco Antonio Morales fue hallado dentro de una cajuela de un vehículo sedan. La Policía también lo ha vinculado con el asesinato del comerciante Carlos Alberto Domínguez, empleado del puerto de Guayaquil. El mensaje decía: “por sapo”, firmado por Samir y alias Francés. Este último apareció colgado en su celda en mayo de 2020. Se catalogó como un suicidio.

“Lo lógico sería que Samir asuma la organización, pero ahora no sabemos qué va a pasar”, confiesa uno de los agentes que investigaban a Norero.

La incertidumbre nace a partir de la propia muerte de Norero a manos de Los Lobos, quienes se suponía eran sus aliados. De hecho, según los informes policiales, Norero supuestamente financió a los Tiguerones, Chone Killers y Los Lobos, quienes están peleados con Fito y Jr, de Los Choneros.

En los videos del amotinamiento en la Cárcel Regional de Cotopaxi se observa cómo un grupo de reos, que se identifica como Los Lobos, masacran el cuerpo de un hombre de joven al que lo llaman “torcido”. “Lobos activos”, gritan.

La teoría de la Policía es que Norero estaba en conversaciones con Fito y Jr, enemigos de los Tiguerones, Chone Killers y Los Lobos tras el asesinado de Rasquiña, en diciembre de 2020. “Parece que Norero ya quería poner orden, acabar las masacres y organizarse”, dice un agente.

Desde la detención de Norero, sus dos hermanos y su esposa, hay también una ruptura con los Tiguerones, sobre todo con sus cabecillas, los “hermanos Alcívar” y alias Negro Willly. A ellos, las bandas enemigas los acusan de haber entregado a los Norero a la justicia y trabajar para la DEA, la Agencia de Control de Drogas de EE.UU. “Pero la suerte se les termina ya se descubrieron que son unos sapos y a los Norero los vendieron”, reza parte del parte del mensaje enviado, a través de video, a los Tiguerones, en mayo pasado. Por su parte, ellos han señalado, también mediante videos, que están en guerra y que vengarán la muerte de inocentes, niños y mujeres asesinados en Esmeraldas, durante las balaceras. "No se metan en esta guerra", advierten unos encapuchados y armados, que usan el logo de los Tiguerones en sus prendas de vestir. 

En medio de ajuste de cuentas hay miles de presos que cumplen condenas en las cárceles del país y que temen ser víctimas de esta hecatombe de sangre y balas.