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Quito
En Quito hay miradores que tienen pésima infraestructura
Los espacios no cuentan con lugares que incentiven la llegada de turistas. La gente se queja del quemimportismo de las autoridades.
Llega el verano y con este los cielos azules, atardeceres naranjas y las noches despejadas llenas de estrellas.
Los miradores de Quito serían los escenarios perfectos para admirar la belleza de la naturaleza, de no ser porque lucen descuidados, llenos de basura o, de plano, no hay ninguna infraestructura turística: carecen de restaurantes, baños, vías de acceso y vigilancia.
Esta situación apena a Marcela Ramos, quien ha vivido por más de 40 años en la Ferroviaria Baja, sur de Quito. En la calle Adrián Navarro hay un mirador natural desde donde se observa el sur y el centro, rodeados por las siluetas del Guagua y Ruco Pichincha, el cerro Ungüí y El Panecillo.
“Nunca ningún alcalde ha venido por acá y ha dicho ‘arreglemos este barrio’. Es una pena que se desperdicie este mirador, porque la vista es muy bonita. La gente de otros barrios viene acá y se toma fotos”.
Hasta este sitio llegó el taxista Luis Quingatuña Escobar. Hizo una pausa de sus carreras para hacerse un selfi con el fondo de la ciudad, las montañas y un cielo celeste.
Miró hacia el horizonte, respiró profundo y cogió “ánimo para el resto del día”. Luego abordó su vehículo y se fue. En el lugar no había nada más que hacer. No había ni un lugar para tomar al menos un jugo.
A Quingatuña le quedó una foto bonita. Pero en la imagen no se veía la colina llena de basura. Por las noches, la vista es de las luces de las viviendas que dan un aspecto romántico, pero quienes disfrutan del paisaje son los delincuentes que asoman con el atardecer.
Un mal que se repite
En el otro mirador del barrio La Sofía, en el sector de La Floresta, en el suroriente, la gente convive con la exuberante belleza de las montañas y el abandono de las autoridades municipales. Álex Chafla recuerda que en 2021 los visitó Jorge Yunda, entonces alcalde. “Nos prometió un parque infantil y un mirador”, pero el terreno donde se anunció es hoy por hoy un espacio baldío en donde pastan vacas y deambulan perros callejeros. Las mariposas, mirlos y picaflores revolotean entre la basura. Con sus cometas al viento, los niños del barrio aprovechan las ventiscas de verano para correr entre la vegetación, sorteando vidrios rotos. “Yunda nos prometió cambiar el empedrado por adoquín. Pero no lo hizo. De todas formas, siempre vienen extranjeros y se toman fotos”, manifestó Chafla.
Desde este mirador se aprecia el Cotopaxi, el Sincholahua, Lumbisí, Rumiñahui, Illiniza Sur y el cerro Viudita. Este es uno de los pocos puntos de la capital con una vista de 360 grados, ya que al oriente se ve el valle de Tumbaco, Guayllabamba, y la vista de occidente muestra el sur y el centro de Quito y el Pichincha.
Sin proyectos
La concejala Luz Elena Coloma, de la Comisión de Turismo, reconoció que la Gerencia de Parques y Espacios Verdes de la Alcaldía “tiene una precaria capacidad para mantener en buen estado estos lugares”.
Habló de falta de iniciativa para crear proyectos turísticos en esos barrios. “La geografía de Quito permite una vista espectacular, pero sí hace falta una cultura en donde los vecinos, la empresa privada y el Municipio construyan nuevos miradores y se comprometan a mantenerlos”. Eso ayudaría a la economía de los barrios altos.
En la avenida Simón Bolívar hay otro mirador. Pero sus bancas y viseras están deterioradas, grafiteadas y sucias. “La basura es culpa de la gente mal educada”, dijo Milton Llugsa. Él es albañil, pero está desempleado y visita a diario el mirador para “despejar la mente de todos mis problemas”.