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Quito
Paquito, la alpaca fotogénica
El video se hizo viral en redes sociales. EXTRA halló al inusual pasajero con su dueño, con quien camina por el centro de Quito para que le tomen fotos, a un dólar.
Una alpaca se robó la atención de las redes sociales en días pasados, pues fue un inusual pasajero del transporte urbano de Quito. Y EXTRA fue en su búsqueda.
Se llama Paquito, tiene cinco años y siempre está acompañado de su dueño, David Puruncajas, quien lleva traje de Aya Uma. Ambos son amigos y compañeros de trabajo.
En el video, tomado por el copiloto de un motociclista, se puede ver la cara del animalito a través de la ventana del bus. “Todos decían que es una llama, pero es una alpaca”, aclara David.
Explica que la diferencia radica en que las alpacas son más gorditas, más lanudas y tienen mejor carácter que las llamas. Paquito no escupe a las personas, aunque se enoja si le tocan la cara.
Ambos salen los fines de semana al Centro Histórico y al Panecillo para ser fotografiados con los transeúntes. Cuesta un dólar y al parecer hay un acuerdo, pues cuando alguien no paga, Paquito esconde su cara detrás de David, y por más que intenten captarlo no lo permite.
En el trayecto a su puesto de trabajo, en las calles García Moreno y Sucre, desde la avenida 24 de Mayo la gente ya lo reconoce y se acerca para acariciarlo. “¿Es el del video?”, preguntan. David se los confirma.
Tocó coger bus
El viaje en bus de Paquito fue el 14 de octubre, cuando regresaban a casa. “Mi hermano no nos podía recoger ese día, así que se me ocurrió preguntarle al conductor y a un agente de tránsito si había algún problema” en tomar el bus, relata David.
Como le dijeron que podía hacerlo, se subieron a la unidad en la plaza San Francisco hasta la avenida Cinco de Junio. “Paquito, claro, pagó su respectivo pasaje”, asegura su dueño, quien cuenta que cuando lo sacan siempre le llevan balanceado. “De hecho, es bastante mimado. Siempre le cepillamos el pelo, tiene un terreno para él solo y es goloso”.
Le encanta el pan, el mango y las zanahorias. Cuando los transeúntes le dan de comer, tanto David como su esposa verifican que no sea algo que le pueda hacer daño, o que no coma en exceso.
“Cuando terminamos en el Centro Histórico, subimos al Panecillo y ahí ya nos esperan mis hijas para darle sus zanahorias. Él cumple sus horarios”.
Tampoco permite que se monten sobre él o que alguien lo acaricie de forma brusca. Cuando se asusta, se refugia en los brazos de David. “Entablar una relación con una alpaca no es sencillo. Se acercan solo si les tratan bien”, afirma.
Falta de trabajo
Este oficio es relativamente nuevo para David, pues hasta hace dos años trabajaba como guardia de seguridad, pero el contrato terminó y no logró conseguir otro empleo.
Es por ello que su hermano tuvo la idea de tomar fotos a Paquito en la calle, pues él compró la alpaca cuando era todavía un bebé. “También fue su idea que yo me vistiera con zamarro y máscara”, admite.
Salen los fines de semana y con ello han logrado sustentar los gastos de un hogar de cuatro personas, entre ellos dos adolescentes en edad escolar. “La situación del país es muy difícil, ya no se consigue trabajo”.
Enfatiza que Paquito no recibe ningún tipo de maltrato y que no contamina las calles, pues tiene su espacio de tierra donde hace sus necesidades básicas, cerca de la 24 de Mayo.
“Puedo decir que es más educado que algunos humanos”, comenta entre risas David, mientras camina al ritmo del animalito.