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Mauro y Rosa se ubican en los bajos del paso a desnivel de la avenida 25 de Julio. Hasta el jueves 18 ofrecían sus productos sobre gavetas.Amelia Andrade

¡Bien parados en el ‘camello’! Dos ‘manabas’ trabajan juntos desde muy jóvenes

Mauro y Rosa venden productos criollos para sustentarse. Ellos cuentan que siempre fueron emprendedores en los negocios y que hicieron de todo.

Tienen 78 y 72 años, pero no han ‘colgado’ sus guantes de comerciantes. Le siguen dando ‘pelea’ al negocio, ahora un poco más despacio que antes, pero con las mismas ganas, dicen. 

Mauro Heredia y Rosa Zambrano, tienen 60 años como pareja, acuden de lunes a viernes a los bajos del paso a desnivel de la avenida 25 de Julio, frente a un centro comercial del sur de la ciudad; allí venden productos manabitas, los típicos dulcecitos coloridos, el queso, los huevos criollos, dulce de leche (hecho por Rosa), panela, frutos secos, mantequilla, maní molido, dulce de pechiche, cera y miel de abeja. De esta última, dice que no hay comparación.

No hay otra igual aquí en Ecuador. A mí me la venden en Manabí, en un sembrío que solo producen miel de exportación y ellos nos la dan para su comercialización en el país”, dice con orgullo Mauro sobre su emprendimiento. 

Cuenta que ellos fueron los pioneros en ‘llenar’ a Guayaquil del sabor único del queso manaba y salado que hace de las sopitas las más ricas.

“Con mi esposa fuimos los iniciadores de esto”, menciona mientras explica por qué es uno de los elegidos por EXTRA, que informa primero y mejor, toda su vida ha sido “trabajador”. En Flavio Alfaro empezó ‘metiéndole ñeque’ a sus 13 años siendo sastre; sin embargo, estuvo allí solo “unos cuantos años” para luego dedicarse a la cría y venta de ganado. 

Sus productos varían de precios, entre ellos la libra de queso que cuesta $3,00.Amelia Andrade

“Toda la vida me ha gustado el negocio y sigo demostrándolo”, resalta. 

Luego, después de sus 25 años, con el billete de su ‘camello’ decidió poner tres locales en su ciudad (uno de abarrotes, otro de venta de telas y otro más de insumos de ferretería) con los que duró más de 10 años en los que le iba bien. 

“No lo puedo negar, me hacía mi ‘platita’ en mis tiempos. Tenía mis almacenes, carro, ganado. Estaba bien”, cuenta; sin embargo, de un momento a otro sus negocios se ‘cayeron’ y tuvo que buscar otra forma de sustento. 

“Mi esposa venía a Guayaquil con una de mis hijas (a los 13 años), que también quiso dedicarse al comercio, a vender queso criollo en un puesto afuera del mercado de Gómez Rendón (Mercado Este) y yo me fui a trabajar de chofer al Oriente”, expresa Mauro sobre sus antiguas labores. 

Desde ese tiempo, es decir, por 30 años, Mauro y Rosy, como él la llama, son los ‘duros’ de los sabrosos productos, entre ellos el dulce de leche, hecho por “su viejita”, que sabe como a hogar, como los dulces que la abuelita elaboraba para mimar a los niños que corretean por la casa. 

Otro ‘plato’ estrella es la longaniza, que al igual que el dulce de leche y la mantequilla, es hecho por la septuagenaria. Ya se le había acabado a las 15:00 del viernes 8 porque las ventas habían estado ‘candela’ durante ese día. 

“Es trabajoso hacer la longaniza. Primero hay que picar la cebolla y los otros ingredientes. Luego se pica la carne para dejarla ahumar y ya al día siguiente que está seca se pone todo en la tripa bien lavada”, detalla Rosy para que todos sepan el secreto de tremenda ‘jama’. 

Pero el toque de esta preparación, aclara, está en el horno en el que se cocine. “Me voy a El Carmen (cantón de Manabí) a hacer ciertas cosas de las que traigo a vender, ya que mi hija tiene una finca allá y puedo hacerlas tranquila”, comenta. 

Ahora, luego de intervención municipal, en una carreta presentan sus productos.Carlos Klinger