Tres de cada diez mujeres vinculadas a hechos ilícitos se relacionarían con el lavado de activos, un delito enlazado al narcotráfico, lo que demostraría la importancia que ellas tienen sobre las finanzas y la estructura organizacional de los grupos criminales, según explica el coordinador del Observatorio Ecuatoriano de Crimen Organizado (OECO), Renato Rivera Rhon.

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El especialista detalla que, en algunos casos, las mujeres pueden ser intermediadoras o fixers, como se las denomina con terminología en inglés, pero en otras situaciones, incluso, pueden ser las financistas. “Cumplen un rol muy importante detrás de las finanzas y de la planificación”, sostiene el experto.

En 2012, en Ecuador se conoció de una figura relevante en este tipo de actividades delictivas, durante la operación Jaque Mate, en la que fue detenido el exgobernador de Manabí, César Fernández, considerado pieza clave en esta agrupación dedicada al narcotráfico. Sin embargo, él no habría estado al mando, sino una mujer: la colombiana Argénesis Solarte, alias la Pantera.

De acuerdo a la información proporcionada por las autoridades en la época, la sospechosa era líder y financista. Además, se habría encargado personalmente de “supervisar los envíos de cargamentos, movimientos de dinero hacia y desde nuestro país”. Para sus negociaciones del narcotráfico, la Pantera utilizaba una cédula ecuatoriana falsa, con los nombres de Jéssica Mercedes Solórzano Arteaga. Su estadía en prisión no duró mucho tiempo, pues en junio de 2023, en un operativo criminal sin precedentes, escapó.

Ella había sido trasladada desde la prisión al hospital Abel Gilbert Pontón, en el suroeste de Guayaquil, donde ya la esperaban delincuentes armados, quienes habían estudiado la zona y el trabajo que harían. Tras ejecutar disparos para amedrentar a guardias y testigos, se la llevaron a bordo de una motocicleta, con una fuerte custodia. Hasta ahora, se desconoce su paradero.

En un caso reciente (ver infografía), fue detenida Verónica Narcisa Briones Zambrano, madre de una hija de José Adolfo Macías Villamar, alias Fito, el líder de Los Choneros, quien actualmente es prófugo, pues el 7 de enero de 2024 se descubrió que ya no estaba en su celda, en la cárcel Regional, de Guayaquil.

En una investigación por delincuencia organizada, la Policía Nacional estableció que ella supuestamente administraba parte del dinero de este grupo terrorista. En la audiencia de formulación de cargos, la Fiscalía expuso que en allanamientos ejecutados a otras mujeres que harían parte de la organización, se encontraron documentos de transferencias que se habrían realizado a Briones.

Las indagaciones continúan y ella busca que se revoque la prisión preventiva ordenada en su contra. Su defensa alega que Briones no tendría relación con los hechos imputados y que debe velar por su hija, quien está próxima a cumplir dos años. La primera vez que se relacionó a Briones con el líder chonero fue en octubre de 2022, tras ser descubierta con vestimenta de guía penitenciaria, cuando salía de la prisión en la que se encontraba Fito. Ella le había hecho una visita de cuatro días.

Kléber Carrión, exoficial e investigador de Inteligencia, recuerda que ya para 1998 operaban en Ecuador mujeres en niveles jerárquicos, dentro de grupos de delincuencia organizada, pero aclara que provenían de Colombia, relacionadas con el cartel de Cali.

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Explica, además, que algunas de estas ‘duras’ del crimen organizado llegaron a cumplir roles importantes debido a un proceso de enamoramiento de los líderes, aunque ellas no sintieran algo por ellos, pero habría sido parte su estrategia para escalar. Es algo que, en la actualidad, podría seguir sucediendo en algunos casos, menciona.

Para Segundo Romero, psicólogo forense y perito acreditado por el Consejo de la Judicatura, últimamente habría “bastantes mujeres” del mundo del modelaje y la televisión, que manejarían diferentes tipos de negocios o emprendimientos, como les llamarían, “porque es una manera de lavar todo este dinero mal habido”.

El especialista argumenta que la presencia femenina, relacionada con capos criminales, no sería únicamente por parte de esposas o amantes. “Esta situación no es nueva. Por ejemplo, Reinaldo Zamora (el Rey Zamora) tenía a su madre viviendo en una casa pobre en el suburbio (...), y dos o tres mujeres que manejaban sus bienes”.

Romero considera que la búsqueda de mujeres, para montar bares, discotecas u otro tipo de negocios a nombre de ellas, es porque los jefes criminales creerían que hay maneras de mantener la lealtad de su parte, sea con seducción o amenazas. En cambio, en el hombre no confían tanto porque es más ambicioso y representa más obstáculos. Confían más en la mujer porque pueden dominar su voluntad, afirma.

Renato Rivera, del OECO, comenta que este tipo de relaciones, de mujeres en altos mandos criminales, se han visto en otros países, aunque precisa que en Ecuador también han existido figuras relevantes en este ámbito, como Luz María Endara, la Mama Lucha. Ella operaba una estructura criminal que aún mantiene tentáculos en Quito.

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El investigador de Crimen Organizado se cuestiona: “¿Por qué no se le ha dado la atención suficiente a las mujeres?”. Él considera que podría tratarse de un problema de “un enfoque un poco patriarcal”, en que ciertos encargados de las investigaciones podrían tener en mente que únicamente “los hombres son los que toman las grandes decisiones”.

En la captura de capos criminales también han sido importantes la participación de agentes femeninas o el seguimiento a mujeres que mantienen contacto con los jefes narcotraficantes. Internacionalmente, se ha conocido que los mensajes que intercambió la actriz Kate del Castillo con el líder del cartel de Sinaloa, Joaquín el Chapo Guzmán, fueron los que permitieron su captura, en México, y su posterior extradición a los Estados Unidos.

En otro caso, más local, una agente de Inteligencia de Colombia logró seducir y convencer al narcotraficante ecuatoriano Édison Washington Prado Álava, alias Gerald, quien en 2018 fue capturado y por agentes de ese país y actualmente se encuentra también en Estados Unidos.

Años antes, en 2013, los seguimientos a la esposa de Jorge Luis Zambrano González, alias Rasquiña, líder de Los Choneros, permitieron dar con su ubicación en la capital colombiana, Bogotá. Él había fugado de la cárcel La Roca, de Guayaquil.

El 28 de diciembre de 2020, Rasquiña fue asesinado en Manta, Manabí. Medio año antes había recuperado su libertad y, por los trámites que permitieron su salida de prisión, ahora es investigada su mujer, Samara Rivera, por el delito de asociación ilícita. Para la Fiscalía, ella habría liderado una red que permitió que el capo pudiera salir de la cárcel con prelibertad. Ella estaría fuera del país.

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