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Moradores y policías están al acecho de los choros que les quitan la tranquilidad, en Quito
La presencia de extranjeros pistoleros ha provocado miedo en los ‘vecis’, quienes han tenido que ‘acolitar’ a los gendarmes para ‘cazar’ a los pillos
Mientras el subteniente Stalin Cajas y sus compañeros estaban reunidos con moradores del sector de Cochapamba, en el norte de Quito, la mañana del sábado 25 de marzo, para hablar sobre temas de inseguridad, recibió una alerta sobre una supuesta balacera en una gasolinera de la avenida Mariscal Sucre.
Los policías subieron al patrullero y ‘volaron’ hasta el sector en el que se reportó la alerta. Hablaron con un par de taxistas asustados, quienes relataron que unos sujetos los habían amedrentado con una pistola, y que habrían disparado al aire antes de huir.
Según los trabajadores, unos sujetos que estaban mal parqueados tuvieron un altercado con un agente de tránsito y ellos lo defendieron de ser golpeado. Más tarde, los agresores habían regresado a tomar represalias en contra de los taxistas. Habrían llegado en un carro, sacaron una pistola, apuntaron a los vehículos y dispararon varias veces.
Los policías llegaron a pocos minutos de lo que huyeron y ahora están tras la pista de los pistoleros, quienes serían de nacionalidad colombiana. Cajas indicó que no serían parte de una banda organizada, sino de delincuentes que pretenden meter miedo a la gente.
Extranjeros peligrosos
La noche del jueves 23 de marzo, los moradores de Cochapamba se reunieron en la calle Bella Aurora con palos y piedras, llamaron a los gendarmes del sector y fueron en búsqueda de dos supuestos vacunadores que generaron incertidumbre en el sector.
Estos difundieron un video en el que se los veía con una pistola enviando mensajes amenazantes a los moradores. Un dirigente del comité de seguridad comentó que gracias a las cámaras que colocaron en esta avenida pudieron identificar a qué casa se metieron.
Armaron el operativo junto a la Policía, los sacaron del domicilio esposados y, los vecinos, improvisaron una ‘calle de honor’ mientras los llevaban hasta el patrullero. “Si los volvemos a ver, les quemamos”, gritaban algunos. Al final del día, las autoridades los soltaron porque la pistola era de juguete y no hubo denuncia.
Cajas explicó que dichos sujetos solían conseguirse números de los moradores del barrio y les solían amedrentar mediante llamadas telefónicas o mensajes de textos con la intención de extorsionarlos.
Luego les enviaban los videos que se grababan con la pistola de plástico para causar más miedo.
El oficial destacó que el trabajo conjunto con la ciudadanía ha ayudado para que disminuyan los ataques en la zona que custodia, la misma que comprende 20 barrios en los que viven más de 5.000 moradores.