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Manta: Las pistas y datos ocultos del homicidio de un hombre y un niño en plena misa
Pedro Miguel Zambrano era el objetivo, pero las balas también alcanzaron a un menor. El hombre fue al templo para honrar a su hijastra
Un niño había viajado a Manta para pasar unos días con su papá. Desde la separación de sus progenitores, hace cinco años, él residía con su madre en La Mocora, Portoviejo, pero acostumbraba a visitar a su familia paterna.
Ellos son creyentes católicos y acudieron a la iglesia María Auxiliadora, de la parroquia Los Esteros, para escuchar la palabra de Dios sin imaginar que la desgracia ocurriría durante la ceremonia eucarística.
Padre e hijo habían llegado a las 19:00 del jueves 28 de diciembre al templo. Para mala fortuna, sujetos armados llegaron a ejecutar un ataque contra Pedro Miguel Zambrano, conocido como Junior.
Varios disparos de armas tipo fusil y calibre 9 milímetros impactaron contra el pequeño de forma colateral.
El menor, de 11 años, quedó malherido y su padre, con la ayuda de otros feligreses, lo trasladaron de urgencia hasta el hospital del IESS, donde se confirmó su deceso. “Apagaron la vida de un inocente, un niño que estaba empezando a vivir. Era un niño muy risueño”, contó un allegado, quien prefirió el anonimato.
Otros familiares llegaron al Centro Forense de Manta, pero prefirieron no pronunciarse sobre lo sucedido.
El objetivo del ataque
Pedro Miguel Zambrano tenía 33 años y fue asesinado ocho días después que su hijastra, Shirley Sabando Carranza. La Policía apunta a una posible conexión de estos casos.
La joven, de 22 años, fue hallada sin vida y con tres tiros en el tórax, el pasado 20 de diciembre, en un camino polvoriento de la vía que conduce a Las Canteras de Picoazá. Tenía cuatro días desaparecida tras haber ido a la playa El Murciélago y no regresar a casa.
Zambrano había acudido a la iglesia porque allí se celebraba una misa en memoria de la joven, a quien quiso como una hija y la llamaba de cariño Morenita.
Emerson Luna, jefe policial del Distrito Manta, indicó que esa conexión forma parte de las líneas investigativas. “El objetivo era Junior, no tenía antecedentes, pero en nuestros registros aparece como familiar de la persona que fue asesinada hace ocho días”, precisó.
Luego del ataque se revelaron mensajes que, supuestamente, Zambrano había publicado en Facebook en tono amenazante, pero la Policía no brindó detalles al respecto. Solo se indicó que varios datos se manejan de forma reservada para no perturbar las investigaciones.
“Esto no puede ser, que un menor de edad haya sido asesinado cuando no tenía nada que ver, nos golpea el alma. No vamos a descansar hasta encontrar a los responsables. Ya tenemos datos de dos vehículos que salieron hacia Jaramijó”, indicó el oficial Luna.
Los agentes de Criminalística levantaron 15 indicios balísticos de un arma calibre 9 milímetros y un fusil. Estos quedaron esparcidos en la puerta de ingreso a la iglesia. Según los testigos, Zambrano había llegado cuando la misa inició y se ubicó en la penúltima fila de las bancas.
El cura se desmayó
Xavier Ochoa, párroco de Los Esteros, vivió lo que fue la celebración religiosa más trágica de su trayectoria como sacerdote. Un creyente contó a EXTRA que la violencia arremetió en el templo cuando el cura se aprestaba a la ceremonia previa a comulgar (entrega de las hostias).
Ochoa se desmayó luego de escuchar los tiros y el griterío que se formó durante el ataque. Tuvo que ser atendido por los bomberos tras sufrir un shock causado por el nerviosismo. La mascota del sacerdote, una perrita llamada Camila, desapareció tras el tiroteo.
A través de la página de Facebook de la parroquia se pidió ayuda para encontrarla. La mañana del 29 de diciembre, la canina finalmente fue ubicada. El reencuentro fue posteado en un video, en el que el sacerdote se mostraba alegre por haber encontrado a su compañera.
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