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María Chango muestra los daños que tuvo en su casa tras el incendio del 24 de septiembre.Karina Defas

Incendios forestales Quito: una familia pide ayuda para reconstruir su casa

María Chango y su familia perdieron su casa en el incendio del 24 de septiembre, en Bellavista. Ruegan por manos solidarias

Donde había varandas ahora hay cintas amarillas de peligro. Donde había un hogar quedaron manchas de hollín y vidrios rotos. Nada volvió a ser igual desde el 24 de septiembre de 2024, cuando se registró un gran incendio que llegó a varios barrios de Quito.

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Cuando Maria Chango, de 54 años, recuerda esa tarde se llenan de lágrimas los ojos. “Eran lenguas de fuego que se metían a mi casa. Yo alcancé a salir con mis nietos”, recuerda. Ella vive desde hace más de 40 años en Bellavista, construyó su casa y aunque sí se han registrado incendios forestales en la zona. Ninguna como el último, comenta.

Perdieron la casa y un taller de carpintería

En ese barrio hubo al menos ocho familias afectadas, pero a María fue a la única a la que el fuego se llevó todo: su vivienda y el taller de carpintería con el subsistían. “Para la recuperación del taller sí me han ayudado de la Cámara de Comercio”, relata.

Uno de sus hijos pidió un préstamo para comprar algo de material de construcción, pero falta mucho. La casa era mixta, por lo que pilares de madera tuvieron que ser removidos. “Por ahora ya pusieron vigas de metal para que no se caigan las paredes”, relata.

Es por eso que apela a la solidaridad, porque, aunque las autoridades han ayudado con algunos aparatos para la casa, la reconstrucción corre por cuenta de la familia. “Necesitamos mano de obra. Podemos hacer una minga. También pintura, cualquier material que nos ayude a volver a vivir aquí”, solicita.

María Chango también tuvo quemaduras en su rostro.Karina Defas

Desde el día del incendio viven en un inmueble prestado por un vecino.

Afectaciones en la salud mental

Las desgracias para María iniciaron desde 2020, pues al contagiarse de la COVID-19 le diagnosticaron depresión. “Ahora ya no duermo, necesito medicamentos para eso”, cuenta. Una psiquiatra ya la atendió, pero el problema persiste, lo que se suma a la recuperación de sus quemaduras. “Tengo que usar una crema, pero no la encuentro”, finaliza.

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