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Los vecinos esperan celebrar con comida y sin violencia.AMELIA ANDRADE

Los guayaquileños piden que se pare el plomo para festejar 'a lo bien' a la Perla

Esperan tener la seguridad necesaria para volver a pelotear, conversar con los panas, apreciar los desfiles, pero sin violencia.

Los habitantes del bloque 3 de Bastión Popular, noroeste de Guayaquil, quieren un respiro en medio de tanta violencia criminal.

En la semana de las celebraciones por los 202 años de independencia del Puerto Principal desean ‘vivir las fiestas en paz’, como la frase que EXTRA promueve para que los ciudadanos puedan disfrutar de este feriado, lejos del temor por la inseguridad.

Los vecinos recuerdan con claridad cada uno de los hechos violentos que han sucedido en esa zona, entre ellos el decapitamiento de un joven por un taco de dinamita colocado en su boca el domingo 20 de febrero, y les aterra que en ‘un descuido’ les caiga la ‘huesuda’ una vez más. 

"Es complicado estar así, pero se intenta vivir tranquiloManuel Lucas, morador de Bastión Popular

Esto último los frena ‘a raya’ a vísperas de las fiestas de la Perla, así como lo hizo en las festejos de fundación de Bastión Popular, celebradas el 27 de septiembre pasado.

“Esto estuvo ‘muerto’. Antes, aunque sea, nos asomábamos con los niños a la calle principal para ver los desfiles, pero ahora toca quedarse en casa por la violencia”, menciona la moradora Shirley Morán.

La tarde y noche del domingo 2 de octubre, ella, junto con otras dos mujeres, se sentaron afuera de la tienda del barrio para chacotear con una ‘heladita’ que compartían cada tanto, como que si nada. Y, aunque parecían estar tranquilas, ya sabían que desde las 19:30 o 20:00 no podían pasar, pues en cualquiera momento podía pasar una motocicleta (vehículo usado usualmente por sicarios) y “a esperar lo peor”.

Hacer deportes entre 'panas' es una de las prácticas que quieren conservar.AMELIA ANDRADE

Ellas creen que este fin de semana, por el feriado del 9 de Octubre, sería idéntico, ya que no hay nada programado para realizar esos días debido al miedo que ha invadido a los que allí habitan.

“¿Cómo se va a hacer? ¡Nadie quiere salir!”, menciona Guillermo Lucas sobre los planes para el ‘finde’ celeste y blanco, quien jugaba naipes en la vereda, una cuadra atrás de donde estaba Shirley disfrutando de unas cervezas.

A él y otros tres integrantes de la familia Lucas (Francisco, Lorenzo y Cristóbal) con los que tenía la partida de cuarenta, solo les queda la nostalgia de los palos encebados, las carreras de ensacados, sacar la silla al portal y elegir a la reina de la cuadra porque “primero fue la pandemia y ahora la delincuencia”.

Guillermo Lucas y sus parientes añoran las carreras de ensacados y otros juegos populares en las calles.AMELIA ANDRADE

“Fueron momentos bonitos y que quisiéramos vivirlos otra vez, pero es difícil. Aun así, aquí estamos intentando levantarnos y no dejarnos vencer para siempre”, comenta Francisco, mientras esbozaba una sonrisa que contagiaba esperanza y alegría.

Pero el ‘rayito’ de días mejores para vivir las fiestas en paz no llegó a la acera paralela, donde la esposa de Lorenzo, Julissa Chiquito, se servía un pescado asado al carbón en el negocio de su sobrina.

“¡Uuuh! Estamos lejísimos de que esto acabe. Y cada vez será peor. No hay quién le ponga un alto”, lamenta Julissa, pero resalta la valentía de la ‘pipol’ pues, como en el caso de su sobrina, le da ‘vida’ al bloque 2 con su asadero luego de que perdiera su empleo.

“Anhelamos tener una vida normal. Celebrar a la ciudad es bonito, solo queremos tranquilidad”, continúa Julissa, quien también rememora los “tiempos buenos” de fiestas en paz. 

“Esto era una algarabía. Todos los muchachos salían a jugar”, rememora.

Ahora solo piden que les den un respiro de plomo, pólvora y sangre. “Fuera bueno estar como antes, pero esperemos que poco a poco se logre” finaliza.