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Con la gallina ‘mole’ usted estará listo para aguantar el hambre por muchas horas. Doña Elizabeth le pone harto corazón a sus preparaciones.Christian Vásconez / EXTRA

Guayaquil: En el Mercado las Cuatro Manzanas lo reviven a punta de caldo de gallina

En el puesto de Elizabeth Freire los comensales pierden el glamur. Es que ante su plato estrella, ‘de una’ y sin miedo... ¡mano a la presa!

Después de las farras que algunitos se pegan ‘hasta las 15’, sigue el 814. Ese es el número del local de comidas de Elizabeth Freire, quien vende desayunos y almuerzos en el Mercado de Artículos Varios, más conocido como el de las Cuatro Manzanas, ubicado en el centro porteño.

Los ‘pachangueros’ acuden al puesto de la guayaquileña para que los ‘resucite’ con su plato estrella, el caldo de gallina serrana, a la cual llama ‘la mole’. ¡Ya se imaginará el tamaño! Su receta es preparada al estilo riobambeño: con mote, papa, perejil y cebolla picada.

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Con una buena sopita, quien va pálido a su negocio termina rosadito. Es que la vitamina de olla que Elizabeth le pone a sus preparaciones es mejor que un suero.

Chupar los huesos de la gallina, es parte del ritual de los comensales.Christian Vásconez / EXTRA

Esta herencia gastronómica la recibió de su abuela materna, Elvia Cajilema (oriunda de Riobamba), quien a su vez se la enseñó a su progenitora Anita Vilema y terminó en Elizabeth. Los paladares de Guayaquil han saboreado este caldito hace 50 años, gracias a estas valiosas cocineras.

  • EL CUCHARÓN DE LA 'YAPA'

Su caldito es tan apetecido que no faltan los clientes chistosos que le dicen a la doñita: “La bandeja vino con caliche”. Con esa frase ella entiende que quiere más líquido y le da un cucharón de ‘yapa’. La emprendedora sabe que quien prueba su plato regresa y le lleva más comensales.

Es más, parte de la herencia de su familia materna no solo fue la receta, también algunos clientes y una olla que utiliza para ‘bendecir’ los estómagos.

Sus comensales también van de generación en generación. Un cliente de su abuela ahora es suyo; sus hijas y sus nietas también se unieron al ‘cuchareo’.

“Él reconoce la sazón y la presentación del plato. No trabaja por el sector, sí en el centro, pero hasta acá llega para comerse su caldito”, cuenta Elizabeth.

Doña Anita, la madre de Elizabeth, también va a nutrirse al local de su retoño.Christian Vásconez / EXTRA

Dentro de sus clientes también están los trabajadores del mercado; otros compradores son los que habitan en la zona y también están los que le ‘timbran’ y pasan recogiendo sus pedidos.

“Tengo comensales que me piden ocho caldos para un fin de semana, tienen una reunión familiar y con mi preparación salen del paso”, manifiesta la comerciante, quien ‘camella’ en su negocio hace 19 años.

  • BENDITO PESCUEZO

Asimismo, tiene clientes fijos y ya los conoce: sabe qué presa le gusta a cada uno, cómo prefiere que le sirva, etcétera.

Y para que nadie se quede sin ‘jamear’ su deliciosa elaboración, hay calditos para todos los precios. Está el ‘dolarazo’, que solo es el consomé, pero ella tan generosa le mete su pescuezo o una patita de cortesía. Y así hay platos hasta de a 3 ‘latas’. ¡Es que con Elizabeth todos comen y terminan ‘papelito’! 

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