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Los guayacos disfrutaron de las cascadas que se originaron en la vía Perimetral este fin de semana feriado.CARLOS KLINGER

Guayaquil: Las lluvias formaron la 'Pericascada'

En el cerro Azul, debido a las fuertes lluvias, una grieta permitió que una fuente de agua cayera como cascada desde 10 metros de altura.

El frío viento que recorría el cuerpo de Stalin Lainez le avisaba que la noche empezaba a caer. Sus pies tocaban el asfalto directamente y parecía no incomodarle.

Con la sudadera remangada para no mojarse, se sentó en su carro aveo rojo frente al cerro Azul, en la vía Perimetral, mientras contemplaba a sus dos hijos bañarse en una de las cascadas que originaron las fuertes lluvias que soportó Guayaquil entre el lunes y martes.

La vida son los pequeños momentos: la brisa que viaja por cada centímetro del cuerpo e inunda de paz, el característico olor del agua cuando toca la tierra y hace recordar el sonido de la lluvia o, como en el caso de Stalin, ver a sus dos hijos, de 13 y 9 años, en aquel chorro, mientras ellos se empujan y él esboza una leve sonrisa.

Los minutos eran oro. La mañana del martes 21 de febrero, un grupo de personas disfrutó del sol y esa misma agua, que caía desde unos 10 metros de altura. Pero en el caso de Stalin fue distinto. Su carro estuvo parqueado más de 30 minutos, cuando el cielo destilaba las últimas luces del día.

Luego de unos minutos, empezaron a llegar otros autos. Lo primero que hacían los conductores era ver a los dos niños bañarse, contagiándoles de esa felicidad.

No había cabida a preguntas. Simplemente se estacionaban, se bajaban y algunos se quitaban la camisa, como si aquello fuera a impedir que no mojaran los asientos de sus autos.

“La naturaleza es algo increíble. De lo complicado que fueron las lluvias, luego nos entrega algo tan majestuoso como estas cascadas”, expresó Gonzalo Orellana, quien veía a su esposa y su bebé de un año entrar al agua.

Casi de inmediato se repitió la escena, pero con otra familia. El hombre se parqueó atrás del auto de Orellana, los vio mientras se tomaban fotografías y, posteriormente, él y los suyos se lanzaron.

Félix Castillo había planeado con mucha antelación este feriado de carnaval, junto con sus otros tres familiares.

La idea era que para cerrar las ‘mini vacaciones’, fueran a ‘pegarse’ un chapuzón al río Daule, pero regresaron a Guayaquil decepcionados porque estaba todo “enlodado” por las más de 15 horas de aguacero.

De ese mismo auto también se bajaron Ariana Muñoz y María Lara, ambas de más de 50 años.

Lara, mientras Ariana avanzaba hacia la cascada, se detuvo y regresó al carro, como si hubiera olvidado algo. Sacó su ‘arma’ carnavalera, que la tenía bien guardada. 

Luego, sin que ella se diera cuenta, se acercó y la llamó. Cuando Ariana volteó a ver a María, se produjo el ataque: la espuma carnavalera cubrió su rostro cuando menos se lo esperaba.

El carnaval no se ha terminado”, dijo María, mientras Ariana intentaba incorporarse. Luego, mientras se tomaban una foto familiar en la catarata de la Perimetral, Ariana aprovechó para robar el ‘arma’ y cobrar venganza.

María Lara, con una sonrisa pícara tras llenar de espuma a Ariana MuñozCARLOS KLINGER

Ambas disfrutaron de aquellos pequeños momentos que la naturaleza regala porque, en ocasiones, pese a que hay un destino trazado, hay paradas inesperadas en el camino que hacen recordar lo bella e inesperada que es la vida.