Eran las 10:00 del 22 de julio. La ‘pípol’ cogía su puesto para ver el tradicional desfile náutico en honor a los 488 años del proceso fundacional de la Perla del Pacífico, denominado ‘Guayaquil celebra a Guayaquil’.

Con ‘celu’ en mano, muchos registraban el paso de embarcaciones que zarparon desde el puente que conduce a la isla Santay y navegaron por el río Guayas.

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Los hombros de los padres fueron los ‘asientos’ de los más ‘pelados’, quienes se maravillaron al ver pequeñas y grandes naves, como la guardacosta LG-46 Isla Pinta, de seis metros de eslora y seis metros de manga. Una de sus funciones es salvaguardar la vida humana en el mar, neutralizar y combatir las actividades ilícitas y prevenir la contaminación marino-costera.

Otros espectadores sacaban sus paraguas cuando el sol se ‘colaba’ a ratos en el desfile. Asimismo, varios se refrescaban con botellas de agua. Los accesorios de la jornada fueron las gorras y las gafas, hasta los abrigos sirvieron de parasol.

Jéssica Lavayen, guayaquileña de 48 años, fue con su ‘family’, unas 10 personas. Varios se pusieron la bandera en la piel, fueron de celeste y blanco. Pero quien llamaba la atención fue Luz Pacheco, de 92 ‘primaveras’, a quien sus parientes la llamaron ‘Estrellita de Guayaquil’.

Con ella estaba Aurora Lavayen, de 83 años. La adulta mayor tuvo sentimientos encontrados: estaba feliz por ver los navíos, helicópteros y demás, pero a la vez recordaba los hechos violentos suscitados en el país y en la urbe porteña. “De qué sirve todo esto, si vivimos entre crimen y muerte”, se cuestionó la ciudadana.

Dentro de la jornada se hizo presente el Instituto Oceanográfico y Antártico (Inocar), encargado de planificar, emitir, coordinar y controlar las actividades técnicas y administrativas relacionadas con el servicio de hidrografía, navegación, oceanografía, meteorología, ciencias del mar. También mantiene una permanente vigilancia de las situaciones oceánicas y atmosféricas relacionadas con las ocurrencias de eventos naturales como el fenómeno de El Niño, oleajes.

Otras embarcaciones que participaron fueron las de la División Fluvial del Cuerpo de Bomberos, así como de la Asociación de Remos, Riverdock, entre otras.

Hubo un simulacro de una operación del Comando de Guardacostas a través de su centro de operación, para la neutralización de actividades ilícitas en el mar. Aunque los vendedores informales también hacían sus ‘simulacros’: entraban y salían del Malecón Simón Bolívar tratando de comercializar sus productos (aguas, helados, snacks, etcétera), pero los guardias los ‘correteaban’.

Ana Sánchez llegó con su familia desde Durán, ella año a año va hasta el malecón porteño para ver el desfile. Lo hacía desde soltera, ahora lo hace con sus hijos y esposo. Sin embargo, Mariela Delgado se decepcionó al no poder ver la danza folclórica que presentó la Unidad Educativa de Fuerzas Armadas Liceo Naval Guayaquil Comandante Rafael Andrade Lalama. 

"Solo lo vieron los altos mandos de la Marina y el pueblo se conformó con solo escuchar la música que salía de los parlantes. Muchos esperábamos el paso de barcazas alegóricas con las reinas y nada. Fue todo muy rápido", expresó la guayaquileña.

Antes de que avionetas cerraran el evento lanzando humo celeste, un grupo de paracaidistas del Cuerpo de Infantería de Marina cubrieron el Guayas desde el cielo portando las banderas de Ecuador, de las Fuerzas Armadas y de Guayaquil.

César Bazurto, ciudadano de 51 años, comentó que vio poca gente en comparación a años anteriores. “Calculo un 40 % menos de personas. Unas de pronto no vinieron por el clima, otras por la inseguridad”, indicó.

Así estuvo la ‘procesión’ náutica que ‘inundó’ de alegría a los más pequeños, quienes se desgañitaban por ver aquellos juguetes que tienen en casa, pero esta vez... en tamaño gigante.

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