Lenin Leines asegura que un buen quiteño que no se suba a una chiva durante las fiestas de fundación de la ciudad, no ha disfrutado como se debe. El joven es DJ y animador en uno de estos carros alegóricos que se han transformado en una tradición en la capital.

Para el ‘chullita’, vivir dentro de estas ‘discotecas andantes’ es una experiencia única, porque puede pasar de todo.

En su caso, cuenta que en muchas ocasiones las situaciones en las que se envuelve pueden meterlo en problemas con su esposa.

El fin de semana pasado una chica que se había pasado de tragos se le acercó y le bailó sensualmente. Algunos de los farreros grabaron el ‘perreo intenso’ y Lenin ruega que su pareja no vea el video. “Yo no hice nada malo, pero las mujeres son celosas”.

El quiteño asegura que lo más bonito de estar en una chiva es conocer otras personas, pero también dice que hay situaciones que no se pueden controlar, como cuando los ‘chumaditos’ se marean y vomitan afuera del vehículo.

¿Cómo viven los animadores las Fiestas de Quito?

José Villarroel anima dentro de las chivas y también asegura que se debe cuidar de las chicas coquetas, porque le distraen de sus actividades.

Él es soltero, pero comenta que su responsabilidad es trabajar con seriedad y no puede caer ante las tentaciones de bailar con una ‘chullita quiteña’ que le inquiete.

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José indica que siempre debe estar atento, por si acaso algún cliente se caiga dentro del vehículo o quieran subirse en las estructuras laterales y corran el riesgo de accidentarse.

Así trabajan los dueños y conductores de las chivas

La parte de atrás de una chiva, donde se vive toda la locura entre perreo y guaro, es solo una parte de esta experiencia. Sin embargo, en la parte de adelante se vive otra realidad.

Nancy Luna es dueña de una chiva que se llama La Aventurera y ella va de copiloto. Su trabajo tiene muchas funciones.

Es guía del conductor para indicarle qué calle tomar y así evitar tráfico, de forma que el vehículo esté en constante movimiento.

Tambíén hace de DJ. En su chiva, a parte del chofer, trabaja con un animador y el que reparte los canelazos. Ellos, desde la parte de atrás, le indican cómo está el ambiente y le recomiendan qué clase de música colocar.

La joven tiene dispositivos de almacenamiento con varios sets musicales. Cuando sus colegas le escriben por mensajes que los pasajeros se están aburriendo, ella cambia de género. “Los gustos de los jóvenes son diferentes a los de los señores. Se complace a todos”.

Guillermo Villalba es conductor de uno de estos vehículos alegóricos y cada diciembre llega desde la ciudad de Baños a la capital para brindar sus servicios.

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Él señala que no es lo mismo trabajar con personas que quieren ir de turismo que con personas que farrean dentro del vehículo. 

En el segundo caso, afirma que debe tener más cuidado cuando conduce porque el vehículo se mueve constantemente, lo que lo obliga a convertirse en un experto en física, ya que debe analizar el movimiento y la velocidad para que no ocurra algún percance. 

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