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La periodista guayaquileña Marcela Maquilón relató a EXTRA lo que vivió tras la explosión en el puerto de Beirut.Cortesía

¡Ecuatorianos viven para contarla en Beirut!

El diplomático Karam Doumet estaba en una boda en Sawfar, mientras Marcela Maquilón compartía un café con su cuñada en Tiro.

Si el cónsul honorario de Ecuador en Líbano, el guayaquileño Karam Doumet Khouzami, de 64 años, hubiera estado en su casa la tarde de la explosión en el puerto de Beirut, tal vez no estuviera vivo para contarlo.

Había asistido a la boda del sobrino de la diplomática ecuatoriana Ivonne Baki, en la aldea de Sawfar, a 20 kilómetros de la capital del país asiático, por lo que su departamento en el quinto piso de un edificio estaba vacío.

Pese a las ocho horas de diferencia que existe entre las dos naciones, el representante consular narró en exclusiva para EXTRA que al escuchar el estallido, los invitados a la fiesta salieron despavoridos, casi a los quince minutos de haber llegado.

Doumet se dirigió de inmediato a su vivienda, localizada a veinte cuadras aproximadamente de la zona siniestrada, y lo que vio al llegar lo paralizó. El ascensor no servía, por lo que tuvo que usar las escaleras. Una vez arriba, constató que su puerta voló tres metros y no había ventanas; las paredes estaban casi destrozadas.

Las declaraciones de Doumet:

Mientras intentaba recobrar la calma, el cónsul llamó a su secretaria para que se comunicara con los ecuatorianos residentes, que en todo Beirut oscilan entre 120 y 200. También estuvo en contacto con la embajada en Catar y la Cancillería, con el fin de brindar información sobre un estallido, cuya potencia, según los expertos, sería comparable a tres kilotones de dinamita.

Aún no han tenido noticias sobre la presencia de compatriotas en la lista de 113 muertos y al menos 4.000 heridos en un momento en el que el país vive una de sus peores crisis económicas desde el final de la guerra civil, en 1990.

Su vecino, que vive en el piso de abajo, resultó herido y hasta ayer no lograba conseguir atención médica, ya que los hospitales están colapsados, no solo por los afectados de la explosión, sino también por los más de cinco mil contagiados de COVID-19.

Doumet permanece en otra vivienda, donde pasa el verano junto a su familia, agradeciendo a Dios por una nueva oportunidad de vida. En caso de requerir información acerca de los nacionales residentes en ese país se pueden contactar al número +9613377200.

EN TIRO

La tragedia del martes pasado, en la fábrica de juegos pirotécnicos, arruinó el café y el narguile -pipa árabe-, que la periodista ecuatoriana Marcela Maquilón, de 31 años, compartía con su cuñada Zhara en el restaurante de su esposo Sleiman Atwi, ubicado en la ciudad de Tiro, setenta kilómetros al sur de la capital.

Aunque no se escuchó el estallido, el hongo de humo se divisó en el cielo cerca de las 16:00, lo que produjo una sensación de terror en la población al pensar que se podría tratar de un atentado.

“Aquí es habitual tomar café en la tarde, eran las 17:00 y entonces vimos en el cielo una especie de hongo y pensamos que era un bombardeo, con mi cuñada revisamos las redes sociales y nos enteramos de que era una explosión”, indica.

Las declaraciones de Maquilón:

Tras año y medio de residir definitivamente en esa nación, de casi siete millones de habitantes, Marcela, junto a sus tres hijos, ha tenido que acostumbrarse al idioma y a la nueva cultura, por lo que la reacción de los tirios ante la tragedia no le fue extraña. En casos de emergencia, todos se refugian en sitios cercanos hasta que pase el peligro por el fantasma de la guerra.

“El material explosivo era de una embarcación que quedó varada hace nueve años en el puerto y que no pudo ser destruido por temas legales”, detalla.

La señal de internet se cae e interrumpe la comunicación con Marcela. Sin embargo, relata que los bomberos continúan en la operación de rescate en el lugar del suceso, que provocó una declaración de luto en todo el territorio y la instalación de un comité para investigar el hecho.

NITRATO DE AMONIO ESTALLÓ EN LA BODEGA

Georgia reconoció ayer que el cargamento de nitrato de amonio que estalló la víspera en Beirut fue producido por una empresa nacional y salió de un puerto georgiano, aunque tomó distancia de las circunstancias que provocaron el siniestro.

“Dicha carga retenida en Beirut -2.750 toneladas- abandonó el puerto de Batumi rumbo a Mozambique (puerto de Bira) a bordo del carguero ‘Rhosus’ con bandera moldava e inscrito en el puerto moldavo de Giurgiulesti”, afirmó un representante de la Agencia de Transporte Marítimo del Ministerio de Economía de Georgia.

Según esta entidad, el nitrato de amonio “es uno de los rubros de exportación de Georgia, que anualmente exporta grandes cantidades” de este reactivo.

La fuente distanció a Georgia de la explosión en la capital del Líbano y subrayó que cualquier intento de vincular a Tiflis con lo ocurrido “carece de fundamento”.

Además, recordó que la carga en cuestión fue enviada en 2013 y resaltó que los puertos georgianos “responden a todas las normas internacionales de seguridad y se someten cada dos años a inspecciones de expertos internacionales”. EFE