Siete días pasaron para que los padres de Pedro, de 14 años, confirmaran que había sido asesinado. La mañana de ayer recibieron una llamada telefónica en la que les informaron que uno de los cuatro cuerpos encontrados en estado de descomposición el domingo 22 de diciembre en la represa de Chongón, en la vía a la costa, correspondía al menor de sus tres hijos.

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El adolescente había sido secuestrado el pasado 17 de diciembre en el bloque 12 de Flor de Bastión, en el noroeste de Guayaquil. Cuatro hombres armados llegaron a bordo de dos motocicletas, lo apuntaron, lo golpearon y finalmente lo subieron en uno de los livianos vehículos para llevárselo. Todo ocurrió frente a sus familiares, quienes, entre súplicas, imploraban que no le hicieran daño.

“Mi hijo salió a comprar a una tienda y, en ese momento, llegaron los delincuentes. Lo apuntaron a él y a un amigo de la misma edad. Lo golpearon frente a mí e incluso le dispararon. Vi cómo mataron a mi hijo. Luego lo subieron a la moto. Les rogué que si ya estaba muerto me dejaran su cuerpo, pero estos hombres me apuntaron y, aun así, se lo llevaron. Desde ese momento comenzó nuestro suplicio, no hemos dejado de buscarlo”, comentó el padre del menor de edad.

El hermano mayor de la víctima relató que, a través de redes sociales y medios de comunicación, se enteraron del hallazgo de cuatro cadáveres en la represa de Chongón. Esto los impulsó a acercarse nuevamente a la morgue para confirmar si uno de esos cuerpos correspondía a Pedro.

“Mis padres están devastados. Fui yo quien entró a reconocerlo. Los policías me mostraron unas fotografías, ya que debido al estado de descomposición no nos permitieron ver el cuerpo directamente. Él tenía un tatuaje en la pierna izquierda que decía ‘Dios, paz y libertad’, además de una estrella. Por eso lo reconocí. En Flor de Bastión ya no se puede vivir en paz. Tuve que dejar mi casa”, explicó el hermano del fallecido.

Son de escasos recursos económicos

El joven también expresó su preocupación por la creciente inseguridad en el sector donde residen. Comentó que para salir de casa y realizar los trámites para retirar el cuerpo de su hermano, sus padres deben esperar que no haya motocicletas con personas sospechosas merodeando por la zona.

Los padres del joven fallecido se dedicaban al reciclaje, pero debido a la peligrosidad del lugar donde viven no han podido salir a trabajar. Además enfrentan serias dificultades económicas y no cuentan con los recursos necesarios para cubrir los gastos funerarios. 

El sector donde ocurrió el secuestro del adolescente pertenece al distrito Nueva Prosperina, el cual hasta ayer registraba un total de 370 asesinatos.

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