Milagro, uno de los 25 cantones que conforman la provincia del Guayas, vuelve a enfrentarse a una realidad que se repite cada temporada invernal: el desbordamiento de sus ríos a causa de las lluvias. Este fenómeno ha provocado que el agua llegue a las calles de la ciudad, generando caos, preocupación y angustia entre sus habitantes.

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Fernanda, de 38 años, es oriunda de Guayaquil, pero desde hace una década vive en Milagro. Está casada con un milagreño y trabaja en una institución pública en Guayaquil, por lo que cada día se moviliza entre ambas ciudades. Sus horarios rotativos muchas veces la obligan a salir de casa en la madrugada o regresar de noche, lo que, con las inundaciones, se ha convertido en una verdadera odisea.

“Gracias a Dios el agua no entra a mi casa, pero ya llega hasta la vereda. En sectores como el centro, el agua alcanza la altura de las rodillas, y en otras zonas, hasta la cintura. Estamos viviendo una pesadilla. Señor alcalde, haga algo, por favor”, clamó Fernanda, luego de enfrentarse, una vez más, a la dificultad de salir de su hogar la noche del jueves 4 de abril.

Historias como la suya se repiten en toda la ciudad. Decenas de ciudadanos no pueden salir de sus casas sin mojarse, incluso en días donde no llueve intensamente, porque las calles permanecen anegadas. Aunque la ciudad es conocida como la "Ciudad de las Piñas", sus habitantes sienten que están atrapados en una isla.

Ante la gravedad de la situación, el Comité de Operaciones de Emergencia (COE) cantonal declaró un nivel de alerta alto, ya que se estima que el 60 % del territorio -que abarca 226 kilómetros cuadrados- está afectado por las inundaciones.

Ayuda a damnificados

La mañana del viernes, miembros del Ejército ecuatoriano se desplegaron en las zonas afectadas, brindando apoyo logístico y seguridad a la población. En coordinación con la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos, el personal militar ha colaborado con el traslado de suministros y la atención de familias que han resultado damnificadas.

Milagro enfrenta una de sus peores temporadas de lluvias en años, y sus habitantes claman por soluciones estructurales y una respuesta urgente de las autoridades.

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