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Conozca al 'caserito' que tiene todos los ingredientes para el delicioso encebollado
Readecuaron su ‘nego’ hace 8 años con todos los ingredientes a bordo para tres platillos típicos. Si es de madrugada también atienden.
Alberto definitivamente les salva los ‘muebles’, la cocina y toda la hora de la jama a sus clientes. Él no para ni un minuto en el día y trata de que sus ‘mimados’ lo tengan todo cuando lo necesiten, incluso si es hasta pasada la medianoche.
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En el barrio de la Caraguay, sur de Guayaquil, desde hace ocho años decidió establecer su negocio. En este él ofrece todo, pero absolutamente todo, para el encebollado, ceviches y cangrejos criollos.
¿Cómo empezó el negocio de Alberto?
La idea, cuenta Alberto Cubi, nació luego de que notara la insistencia de los clientes cuando les decía que no contaba con algún ingrediente que ellos solicitaban. “Siempre se iban de largo en la lista de cosas que creían que vendía y me pedían más de lo que tenía. Así que decidimos adecuar nuestro negocio”, relata.
Así fue como su carreta tomó forma. En un espacio pequeñito, Alberto y María logran acomodar cebollas, tomate, pimiento, zanahoria, pepino, lechuga, limón, aguacate, orégano, comino, ají peruano, achiote y más condimentos para llevarlos hasta los exteriores del mercado Caraguay, donde, desde las 17:00 hasta las 00:00, se ubican para vender.
¿En qué horario atiende el negocio?
“Ese no es el único horario. En el día pueden venir a buscarnos a dos cuadras del mercado e igual atendemos. Y si es pasadas las 00:00, nos tocan la puerta y nosotros salimos porque el pescado se vende en la madrugada y hay que aprovechar”, asegura Alberto.
Con mucha buena actitud, Alberto y María atienden a sus clientes. A ellos no les falta una sonrisa en sus rostros para recibir a quienes buscan sus ingredientes.
“Así es como se debe saludar, si no ellos ni vuelven. Además, la yapa es esencial: un par de tomates, unos pimientos o lo que haya a la mano se le regala al cliente”, cuenta Alberto, como una de sus estrategias de fidelización del cliente. “De aquí no se van si no es con los mejores precios y con todo lo que necesiten a la mano”, agrega.
Y, por supuesto, si a él le dan ganas de comerse unos cangrejitos, rápidamente consigue lo necesario, pues de su negocio se arranca un par de condimentos y listo el plato.
“¡Eso es lo que más nos provoca comer! Pero solo me avisan y yo les llevo de todo”, cuenta entre risas. Asimismo, él se alegra al conocer que sus clientes se van bien abastecidos y listos para preparar sus platos favoritos.
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