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Caseritos: Es la única mujer que vende chillangua, hierba aromática especial
En el mercado del Cristo del Consuelo, una mujer vende todos los ingredientes para preparar encocado. Carmen, de 60 años, tiene hasta un fogón para ahumar
Carmen Solís, de 60 años, es la ‘dura’ de los productos que van de ‘cabeza’ en el encocado: vende coco, chancho ahumado, pescado salado y el ingrediente estrella, la chillangua. Ella ‘camella’ en el mercado ambulante del Cristo del Consuelo, que se asienta entre las calles Gallegos Lara, entre la A y la B, al sur de Guayaquil.
“A esa ramita, los ‘manabas’ la conocen como culantro de pozo, pero el nombre es chillangua. La buscan porque le da un sabor rico al marisco y a la gallina”, explica orgullosa de ser la única que lo vende allí.
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Ella afirma que sí tiene competencia, pero solo en el coco. Hasta hace unos pocos años, Carmen rallaba hasta 80 cocos al día; sin embargo, ha ‘ganado’ rivales de negocio y ahora solo llega a 20 al día.
“No me molesta ni me peleo con ellos. De hecho, son mis amigos, que primero fueron mis ayudantes”, refiere.
Los precios que mantiene son ‘pepas’, según ella. “Todo depende de qué se lleve, pero por ejemplo, la libra de chancho ahumado, si tiene hueso, está a 2 dólares. Si es que es pura carne, el valor cambia: está en 4 dólares. Lo bueno es que aquí el cliente siempre se va contento, si me dice que le venda un dolarito, se le ayuda”, defiende.
En su puesto, una mesa de madera en la que muestra el pescado y el coco en fundas que está cubierto por una carpa, también ‘asoma’ de fondo un asador. “Eso es para ahumar lo que el cliente pida”, asegura la mujer.
Ese proceso, el de ahumar, le toma tres horas “para que se sienta el sabor rico”. Dice que “la gente busca esto porque saben que no es cualquier cosa”.
Le sugirieron vender droga
Ella inició en el negocio hace 20 años, “en el gobierno de Jamil Mahuad”, recuerda. Cuenta que laboraba en quehaceres domésticos en una vivienda, pero no quiso seguir allí y se “botó”.
Luego, buscó una manera de sobrevivir y poder pagar sus cuentas, a lo que una amiga la sorprendió con su respuesta. “Ella me mandó a vender droga. Yo no quise porque sabía que podía llegar a caer presa, así que con 2 dólares de capital fui a comprar pescado al puente de la A y lo recorría. Caminaba por Los Claveles, la Balerio Estacio, San Ignacio”.
Ahora, atiende de lunes a domingo en la ‘plaza’ en horario ‘extendido’. “Vengo entre 07:00 y 09:00 y ya me voy en la noche”, comenta la mujer que hasta ofrece ‘terapia’ (una buena charla) y también recetas a sus clientes.
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