Un perrito tiene destrozado el intestino por la puñalada que le dieron y en su cara tiene heridas provocadas porque lo habrían arrastrado. Los veterinarios que lo atienden esperan cómo evoluciona su cuadro de salud para hacerle otra intervención quirúrgica y salvar su vida.

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La tarde del 30 de mayo, un funcionario municipal que recorría el sector de La Betania, en los valles de Quito, alertó del hecho. Observó que el canino, de más de 10 años, estaba agonizando a un costado de la vía y con un cuchillo incrustado en la zona abdominal.

Katynka Cevallos, parte de la fundación Lucky Bienestar Animal, llegó al sitio con otros compañeros para rescatar al animal. Lo llevaron rápidamente a una clínica donde le operaron de emergencia.

Cevallos comenta que hasta el cierre de esta edición no se ha acercado ninguna persona a retirarlo, por lo que presumen sería un perro callejero.

Los veterinarios que atendieron al perrito indican que este llegó inconsciente por el dolor y sufrimiento de la herida. Se asombraron porque, pese a que a diario atienden casos de maltrato animal, es la primera vez que ven a un animal con un cuchillo incrustado.

Además, llegan a la conclusión que la persona que hizo esto no fue con la intención de matar al animal, sino con las ganas de verlo sufrir. “Tenían muchas opciones para matarlo, pero quisieron verlo agonizar. Estas personas rayan problemas psicológicos”.

Añaden que ayudarán en lo que se pueda para los peritajes pertinentes que den con el paradero de los responsables.

La zona en la que abandonaron el cuerpo herido del perrito es un camino abandonado que conduce a un lugar con pocas propiedades. Dayana Barrera es dueña de una de estas. Al enterarse del ataque se asusta y pide que se investigue el caso.

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Ella tiene cámaras de seguridad afuera de su domicilio y aduce que si puede colaborar con las grabaciones de las mismas no dudará en hacerlo.

Cerca de donde vive ella, descansa Patricio junto a su mascota Tobías. El morador afirma que en esa zona se han acostumbrado a abandonar animales. De hecho, él recogió a tres perros que los dejaron botados en los terrenos baldíos de la zona. Uno de ellos es el papá de Tobías.

“Cerca de aquí hay un lugar llamado el castillo del gringo loco, donde dicen que hay personas que matan animales para realizar rituales”.

EXTRA se contactó con la Unidad de Bienestar Animal (UBA) para conocer si realizan seguimiento del caso, pero hasta el cierre de esta edición no se obtuvo respuesta.

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