Los ecuatorianos vivieron con temor e incertidumbre el apagón a escala nacional decretado por el Gobierno para enfrentar la crisis eléctrica. La mayoría se preparó para evitar ser víctima de la inseguridad que azota al país.

Las trabajadoras sexuales del Centro Histórico de Quito desempolvaron un kit de seguridad que una fundación les entregó hace más de dos años para protegerse de los morbosos y manoseadores.

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Este equipo contiene un silbato y una linterna. Preciso para alinearse a la recomendación que dio la Policía Nacional de utilizar pitos para alertar sobre algún incidente cuando no hay luz. 

Nelly Hernández, presidenta de la asociación Misión para un Futuro, replanteó los horarios de sus compañeras y del servicio de comida que se ofrece en la casa de acogida.

Antes terminaban sus jornadas a las 22:00, pero ayer lo hicieron hasta las 19:00.

Además se preparan para la próxima semana, en la que habrá cuatro días de apagones. Hernández señaló que fomentó un plan de seguridad entre las sexoservidoras para cuidarse y resguardar el hotel donde duermen.

Este está ubicado en un tramo de la avenida Maldonado, una zona considerada como peligrosa. En la propiedad tienen botón de pánico, cámaras de seguridad y alarma comunitaria, que funcionan con electricidad. Ante la falta de luz, las mujeres se convertirán en guardias y se turnarán por horas para cuidar el predio.

Jomaira es una trabajadora sexual que vive en la casa de acogida. Debido a esta emergencia energética, aseguró que se reorganizaron en el momento de lavar la ropa y el aseo personal. “Debemos hacerlo dos horas antes de lo habitual”. También dijo que pondrán recargas a sus celulares para tener internet mientras no hay luz y reportarse con sus familiares.

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Marieta es la dueña de un hotel ubicado en la Plaza de Santo Domingo, en el centro capitalino. Sus huéspedes, en su mayoría, son extranjeros. Están ocupadas cinco habitaciones con turistas de Estados Unidos, Australia y de Gran Bretaña. Todos ya fueron alertados de la crisis energética.

La propietaria les dijo que a las 21:30 es la hora máxima para que puedan retornar de sus actividades. Antes cerraba a la medianoche.

Marieta contó que su edificio no cuenta con generador eléctrico y les advirtió a sus turistas que pasarán a oscuras en sus habitaciones. “Solo habrá luz en los pasillos porque hay lámparas de emergencia”.

Uno de los turistas, en son de broma, le dijo que esta oportunidad le permitirá ver fantasmas. Sin embargo, más allá del chiste, Marieta se preocupa porque tiene un cerco eléctrico y teme que los delincuentes se aprovechen de los apagones para hacer de las suyas.

Los apagones también afectarán a los taxistas, como Miguel Eduardo, quien suele laborar por las noches de 22:00 a 03:00. Ahora cambiará de horario para no ser víctima de la delincuencia.

El conductor suele trabajar en las zonas rosas de la capital. Sus clientes son turistas y personas que salen de una ‘pachanga’ o pegándose unos ‘guaros’.

Al taxista siempre le ha gustado servir a las personas que se retiran tarde a sus domicilios porque siempre tienen un tema de conversación. Además, a esas horas de la noche la ciudad es más tranquila y no existen agentes de tránsito.

Miguel Eduardo afirma que durante los días de los apagones se salvará de los ‘choros’ que se hacen pasar como pasajeros para utilizar el servicio y luego pretender atracarlo. 

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