Majar lodo y esquivar charcos es, desde hace tres meses, el día a día de los residentes de la decimocuarta etapa de la Alborada, donde obras de alcantarillado y regeneración urbana tienen las calles y aceras reducidas a escombros y a los vecinos desesperados por una solución a estos inconvenientes.

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Según cuentan los moradores, los trabajos comenzaron a finales de noviembre de 2023 e inicialmente tenían previstos durar tres meses; es decir, hasta este febrero, pero las obras han avanzado a paso de tortuga y no saben para cuándo podrán volver a caminar y transitar por libertad por el vecindario.

“A finales de noviembre sacaron los bordillos y abrieron las tuberías en la calle. Trabajaron hasta el 23 de diciembre y de ahí se paralizaron hasta la semana pasada (31 de enero) cuando reiniciaron la obra y ya ve cómo estamos. Yo vengo del campo y siempre comento que ni cuando vivía allá pisaba tanto lodo como hago aquí”, contó Rosa de Méndez, propietaria de una tienda en el sector.

La vecina también se quejó de que debido a que la vía se encuentra intransitable, las ventas en su negocio han caído considerablemente, ya que la gente no quiere caminar hasta su negocio por el lodo y prefiere ir a comprar a alguna tienda en la avenida principal (Francisco de Orellana) donde la calle está en buen estado.

Dos obras, dos contratistas, doble demora

Los moradores también criticaron que existen dos contratistas interviniendo en los trabajos en el sector, uno para las labores de alcantarillado y otro para la regeneración de la calle y bordillos, lo que significa que deberán esperar que culmine la primera obra para recién empezar a reparar las veredas, lo que seguramente añadirá varias semanas a la obra.

“No podemos ingresar con los vehículos porque se quedan atrapados en el lodo. Toca dejarlos lejos y pagarle a un guardián para que los cuide porque la zona es peligrosa, hay bastantes robos, especialmente por las noches. Obviamente, está muy bien que se hagan obras, pero no debieron esperar a que empiecen las lluvias”, mencionó un residente que intentaba sortear los charcos para llegar a su residencia en la manzana 3 de esta ciudadela.

Doménica Mata, otra habitante de la zona, se quejó de que los trabajos no son constantes y por eso no avanzan con rapidez. “Por ejemplo, hoy (8 de febrero) saqué a pasear a mi perro a las 09:00 y no vi a nadie trabajando, luego cuando volví había un solo trabajador, pero no estaba haciendo nada”, detalló.

El pasado martes 6 de febrero, EXTRA solicitó al Municipio de Guayaquil información sobre el tiempo de ejecución, en qué consisten y cuál es el costo de los trabajos, pero hasta el cierre de esta edición no hubo respuesta.

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