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La 17, en Guayaquil, ahora es una 'avenida chonguera'
A un mes del crimen de una trabajadora sexual en esa calle porteña, la prostitución no para. Sexoservidoras no quieren dialogar para evitar molestias.
La prostitución en la calle 17, suburbio de Guayaquil, es un guinguiringongo. Sube y baja, igual que el popular juego infantil. A veces van hay más trabajadoras sexuales, a veces menos. Y suelen ocurrir ‘pitos’ entre ellas (que se viralizan en redes sociales) luego de períodos de frágil calma.
El último hecho del que se supo en la zona rebasó los límites. No fue una ‘mechoneada’ más por un puesto para ‘camellar’. La noche del pasado 18 de octubre, en la 17 y Gómez Rendón, asesinaron a tiros a la sexoservidora Anny Briggitte Ortega Vera.
El crimen, según información policial, fue cometido por un sujeto a pie. Que hayan asesinado a una mujer de este oficio por allí incomoda a quienes conviven obligadamente con esa actividad a su alrededor.
“Imagínese que haya más asesinatos, nos caiga una bala sin tener que ver”, teme una residente. Ella y otros habitantes también lamentan que esta labor por la zona tenga poco control y no parece que pueda erradicarse pronto.
Un servidor policial que anteriormente fue jefe del circuito Salinas, al que pertenece la 17, indica que mientras estuvo en ese cargo sufrió amenazas porque ejecutaba operativos enfocados, entre otras cosas, a detectar sitios clandestinos usados para la prostitución.
“Hubo incluso amenazas de muerte contra mí, porque trataba de romper un sistema. Tal vez por el hecho de no darles cabida a eso, quisieron denunciarme a nivel institucional, de autoridades locales”, relata.
Tras esas intimidaciones, dice, estaban propietarios de estos lugares ‘truchos’, o dueños de sitios en los que se venden bebidas alcohólicas sin permiso para ello. Por suerte, no concretaron las advertencias ni lograron afectar su carrera policial, sostiene.
Indica que hasta donde supo, no se detectó que detrás de las chicas haya bandas delictivas, pero sí la presencia de los denominados ‘chulos’, quienes supuestamente les brindan protección.
Sofía, una sexoservidora que frecuenta el área, explica que estos sujetos son parejas de las mujeres y no ‘vacunadores’ que las extorsionan. Pero no todas las féminas tienen chulos, pues otras están solas.
Agrega que los cobros, más bien, son de las más antiguas del sector hacia las nuevas, para que puedan pararse en un punto específico. Lo hacen no solo por dinero, sino para controlar que no haya demasiada competencia.
Sin embargo, el mayor de Policía Miguel Naranjo, jefe de operaciones del distrito Portete, que comprende la calle 17, comenta que las trabajadoras sexuales no les han comunicado haber sido extorsionadas con esa ‘tasa’ para laborar.
Pero también precisa que en su mayoría no están predispuestas a dialogar con los agentes, ya sea para pedir ayuda por algún delito del que sean víctimas, o para conocer, a través de ellos, cómo podrían estar incomodando a la comunidad. “Al momento de acercarnos, ellas se rehúsan porque no quieren salir a la luz”.
Aclara que con los dueños de prostíbulos del barrio de tolerancia, ubicado en Brasil y la 18, sí coordinan acciones para evitar desmanes. Pero con las chicas que se paran a lo largo de la calle 17, al ser independientes, es prácticamente imposible una regulación.
Actualmente, las trabajadoras sexuales de la 17 se ubican en el tramo que va de Brasil a Argentina. Últimamente, otras se están extendiendo por la esquina de Gómez Rendón hacia la 16. Y quién sabe si, ante el escaso control, continúen avanzando a otras calles. (MPG)