Su clavícula se astilló en seis partes y quedó con una herida de disparo hecha con un arma traumática modificada en su pierna izquierda. Las cicatrices le reviven al fiscal de flagrancia Cristian Montoya, de 49 años, el secuestro que sufrió a cargo de cuatro sujetos, en la parroquia San Camilo, en la ciudad de Quevedo, provincia de Los Ríos.

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El fiscal le explicó a Diario EXTRA que el 22 de agosto de 2024, a las 06:50 salió a dejar a uno de sus hijos y luego llegó por sus otros dos retoños para llevarlos a la escuela. Por poco los niños se quedan sin su padre.

Al bajarse del carro, unos tipos le cerraron el paso con un vehículo color plomo. En la casa estaban con la puerta abierta, por lo que el fiscal, pensando en sus hijos, optó por no entrar sino correr, y uno de los sujetos le disparó. Él se desplomó y con la velocidad que llevaba se fue de cabeza y quedó fracturada su clavícula.

Su caída fue aprovechada por los pillos, que lo embarcaron en el vehículo plomo. Le halaron el brazo dañado y la clavícula se fisuró. “Me daban cachazos, me rompieron la cabeza... Pedía a Dios por mi vida, ya que veía que ya estaba en manos de ellos”, expuso.

Pero ocurrió el milagro. Los pillos tuvieron un desperfecto en el carro y el vecindario que se había alertado por el rapto, los siguió y acorraló. Así el fiscal pudo librarse. “Cometieron un error ya que la familia de mi esposa y el populacho salió en mi defensa", refirió el funcionario y en ese momento lo dejaron botado y llevaron al hospital.

Ahora el funcionario busca justicia. Por este caso hay siete personas detenidas. Detuvieron a la supuesta dueña del vehículo junto a otra mujer y también arrestaron a quien manejaba el carro y otros sujetos que estaban en una mecánica.

Mientras el funcionario permanece en su residencia, reestableciéndose de las heridas y sobre todo tratando de superar la pesadilla que vivió en el exterior de su casa.

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