La vida de Jordy Perdomo, un joven universitario de tan solo 21 años fue cruelmente arrebatada la noche de este sábado 25 de agosto en un brutal ataque que ha dejado al barrio sumido en el pánico y la desesperación.

En un abrir y cerrar de ojos, la esperanza y los sueños de este joven fueron truncados por delincuentes sin alma, que a bordo de una motocicleta lo sorprendieron y le propinaron al menos siete disparos mientras caminaba por las calles del sector Voluntad de Dios, en el sur de Esmeraldas, en compañía del amor de su vida.

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Sin decir una sola palabra, los sicarios descargaron su arma a sangre fría, quitándole la vida en un acto despiadado. El ambiente se tiñó de terror cuando las balas atravesaron el cuerpo de Jordy, y su novia, quien lo acompañaba, también resultó herida en el ataque.

Desesperados, los vecinos acudieron en su ayuda, y la joven fue trasladada de urgencia a un centro de salud cercano, mientras la sombra de la muerte ya se había cernido sobre su compañero.

Este devastador suceso no es aislado. Apenas cinco días antes, un ataque con un patrón escalofriantemente similar se llevó la vida de otro joven en las calles Batallón Montúfar y Panamá. Su pareja, al igual que en este caso, resultó gravemente herida.

La violencia en Esmeraldas parece haberse desatado como una plaga imparable que se ceba especialmente en los jóvenes, dejando un rastro de sangre y dolor en cada rincón de la ciudad.

Jordy no era un joven cualquiera. Con el corazón lleno de sueños, estudiaba ingeniería civil, convencido de que algún día levantaría la casa de sus padres con sus propias manos. "Jordy siempre decía que lo primero que haría cuando se graduara sería construirnos una casa digna. Tenía esa visión clara desde que era niño", recordó su madre, entre lágrimas.

"Era un chico noble, trabajador, siempre ayudaba a los demás. No merecía esto", agregó su padre, quien ahora se enfrenta a la devastadora realidad de nunca ver a su hijo alcanzar sus metas.

Amigos y compañeros de Jordy también lo recuerdan con cariño y admiración. "Era el más dedicado de todos nosotros. Siempre estaba dispuesto a ayudar a cualquiera con sus estudios, y hablaba con tanta pasión sobre su futuro como ingeniero. No hay palabras para describir el vacío que deja en nuestras vidas", compartió un amigo cercano.

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