Reunidos en la vía a Turi, a más de un kilómetro del Centro de Privación de Libertad, en el sur de Cuenca, familiares de las 12 personas que trabajan en el área de cocina del centro carcelario y que están retenidas desde el lunes, temen por la integridad de sus seres amados.

Las autoridades se han limitado a decir que este personal está retenido, sin proporcionar más detalles.

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En el grupo está la esposa de Ángel (nombre protegido), de quien no sabe nada desde hace tres días. Ella recuerda que a las 04:30 del lunes 8 de enero de 2024, él le dio un beso, el último antes de la desgracia, y le dijo: “Chao, ya me voy al trabajo”. Este recuerdo hace llorar a la cónyuge, pues teme que dentro de la cárcel le hagan algo que afecte a su vida.

Cruza las manos y se toca continuamente la frente, mientras mira su teléfono móvil esperando algún mensaje o comunicación de la autoridad competente.

En la misma situación está Carlos (nombre protegido también), quien espera por su esposa. Ella tiene 52 años y desde hace un año trabaja preparando los alimentos en el interior del centro penitenciario.

Son extranjeros y llegaron a Ecuador hace cinco años buscando una vida más tranquila. Este episodio le hace pensar si este es el país donde se quedarán. “Por ahora solo quiero que salga con vida de esto y ya luego veremos qué hacer”.

Otro hombre también espera alguna noticia de su esposa. Su hijo de siete años pregunta por ella todos los días.

Una trabajadora de la misma área acompaña a los familiares de sus compañeros. Ella comentó que en el grupo retenido se encuentran dos mujeres en período de lactancia. Una tiene un bebé de seis meses y la otra uno de cuatro.

La mujer asegura que aún tienen recursos para alimentarse, pero que no saben cuánto tiempo más duren.

El clamor de estas familias es que les permitan salir a sus parientes, antes de que se ejecute algún tipo de incursión por parte de las Fuerzas Armadas.

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