Treinta segundos. En menos de un minuto unos sicarios irrumpieron en un hotel, ubicaron a su ‘blanco’ y descargaron sobre él una lluvia de balas.

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La víctima, Richard Andrés Vera Cedeño, trabajaba en el aseo de un condominio contiguo al hotel, en la exclusiva zona de Barbasquillo, en Manta, provincia de Manabí, un área de lujo, turistas y empresarios.

Las cámaras de seguridad registraron lo ocurrido la tarde del miércoles 19 de marzo de 2025. Richard ingresó sin imaginar que su destino había sido marcado. Caminó hasta la recepción, habló con la recepcionista y, en un abrir y cerrar de ojos, el horror irrumpió por la puerta principal.

Dos figuras vestidas de negro y azul, con pasamontañas ocultando sus rostros, avanzaron con armas en mano. No dudaron. No hubo advertencias. No hubo preguntas. Solo el estruendo de las balas que dirigieron contra Richard.

La sangre tiñó el suelo de la recepción mientras los testigos, paralizados por el miedo, apenas podían procesar lo que ocurría. Los verdugos, en cambio, no miraron atrás. Cumplieron su misión y desaparecieron.

Policía señala que es un "hecho selectivo"

El jefe policial del Distrito Manta, José Luis Erazo, confirmó que los atacantes usaron pistolas calibre 9 milímetros y que en la escena se levantaron 23 indicios balísticos.

“Es un hecho selectivo. La víctima no tenía antecedentes penales ni registros de amenazas. Sus familiares aseguran que no estaba involucrado en problemas”, declaró el oficial.

Vera no trabajaba para el hotel donde lo ejecutaron, sino en un condominio vecino, donde realizaba labores de limpieza. ¿Por qué lo mataron? ¿A quién molestaba su existencia? Las respuestas siguen en la sombra, pero lo que es innegable es que en Manta, ni la exclusividad ni el lujo detienen a la muerte cuando va por su presa.

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