Las crecientes mafias de las medicinas, que se apropian de los recursos del Ministerio de Salud y del Seguro Social, están causando más muertes que la narcodelincuencia, porque el descontrol es el que manda en las instituciones públicas del país.

Hay importadores y laboratorios farmacéuticos nacionales coludidos con empresas intermediarias, creadas para vender con sobreprecio los fármacos, sin que ninguna autoridad del sector de la salud haya podido desbaratarlas; más bien continúan multiplicando sus tentáculos para apoderarse de los recursos del Estado.

Las compras individuales en los hospitales, que permiten un manejo discrecional de los contratos de compra, es lo que ha dilapidado los recursos económicos, en grave afectación al bienestar ciudadano y de los millones de afiliados al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social. Las compras colectivas y en grandes volúmenes son indispensables para optimizar precios y condiciones de pago, más que nada en estos momentos de crisis financiera.

Que el actual gobierno, que terminará anticipadamente su período, no haya logrado desbaratar las redes de corrupción, lleva a pensar que ha existido algún tipo de presión por parte de estas mafias. O quién sabe si algo más.