Cuando estamos a pocos días de iniciar agosto, el panorama nacional sigue turbio, con limitadas esperanzas de una recuperación económica a largo plazo. Todo tiene su origen principal en el coronavirus, la pandemia que, más bien, se ha agudizado en el continente americano, mientras que en Europa hay aires esperanzadores, así como en determinados países de Asia, donde se originó este mal.

Por otra parte, mientras la crisis económica sigue preocupante, en nuestro país se ha agudizado no solamente la pandemia, sino también la indignante corrupción. Mientras miles de familias lloraban por el repentino fallecimiento de sus deudos se evidenció que ciertas autoridades de los hospitales estatales y del Seguro Social, en contubernio con gente sospechosa de actos de corrupción como Daniel Salcedo, ahora detenido mientras se lo atiende en un hospital público, se han estado llenando los bolsillos, traficando dolosamente con costosas medicinas de venta prohibida. Ya aparecen comprometidas hasta ciertas altas figuras del gobierno y legisladores de la Asamblea Nacional.

El colmo de estos funcionarios involucrados en estos delitos que siguen cobrando sus sueldos cumplidamente mientras miles de empleados de otras dependencias públicas llevan varias semanas sin cobrar sus remuneraciones por el simple hecho de que “no hay plata” y tienen que esperar unos días más mientras corren el riesgo de caer en manos de los chulqueros. ¡Qué tristes contrastes se ven en nuestros país!