El desarrollo para nuestro país está tan cerca y tan lejos a la vez. No, no es una contradicción, sino una realidad que observamos con envidia desde nuestra posición. La ausencia de una política de Estado que coordine eficazmente los esfuerzos del sector público y privado está impidiendo que Ecuador capitalice oportunidades significativas de inversión en infraestructura vial y portuaria. Estas inversiones son cruciales para fortalecer la competitividad y estimular el desarrollo económico, aspectos vitales en la coyuntura actual.

Las impresionantes infraestructuras que están siendo inauguradas en Perú, especialmente en sus puertos (primero con la inversión china para el megapuerto de Chancay y luego con la importante expansión de operaciones en el Callao por parte de una empresa portuaria transnacional de Dubái) evidencian que Ecuador está rezagado. A pesar de contar con una ubicación geográfica estratégica y abundantes recursos naturales que serían envidiados por cualquier otra nación, no estamos aprovechando adecuadamente estos activos.

La razón de esta situación radica en la falta de visión de los gobiernos para establecer una ruta clara de desarrollo, así como en la escasa colaboración entre autoridades y empresarios para identificar problemas y lograr cambios significativos.

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