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Opinión
Editorial: Los chamberos del desastre sanitario
No hay barrio en Guayaquil que no tenga recicladores, mal llamados chamberos, que en la frenética búsqueda de objetos útiles rompan las fundas con basura y la desparramen en las aceras, creando un desastre sanitario descomunal.
Los malos olores, por desechos guardados por días, enrarecen el ambiente de una ciudad, de la que solo se salvan las zonas amuralladas que tienen centros de acopio.
El alto grado de contaminación a la que está sometida diariamente la ciudad, por desidia de sus autoridades, de los chamberos y hasta de los ciudadanos carentes de una cultura de reciclaje, abonan a la insalubridad porteña.
¿Los chamberos provocan mayor desaseo?
“Claro que sí. Los chamberos riegan toda la basura. Además, da mal aspecto al lugar y cuando uno pasa cerca de ellos se siente el mal olor”.
“Claro, obvio. Ellos rasgan las fundas y las desordenan. Esto pasa, sobre todo, en las calles principales. A mí me da pena la gente que trabaja recogiendo eso”.