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Crónica roja

Los padres de Steven muestran los diplomas de su hijo, quien era muy buen estudiante y tenía aspiraciones universitarias.Daniel Vite / EXTRA

Quevedo: Familiares de víctimas colaterales en balaceras piden justicia

En un caso, un joven recibió un tiro mientras trabajaba. En otro, una mujer y un niño de 11 años habrían sido acribillados por error

Han pasado cuatro meses del crimen de Steven Yong Recalde (18 años), pero su familia aún recuerda aquella tarde del martes 13 de diciembre del 2022, fecha en la cual su pariente terminó siendo víctima colateral de una balacera en el cantón Quevedo, Los Ríos.

Es que para algunos moradores de la Ciudad del Río (como también se denomina a la urbe riosense) pagan justos por pecadores. El “pecado” de Steven fue estar en el lugar y momento equivocado.

El muchacho, quien soñaba con ser médico, estaba trabajando en un comercial en el centro quevedeño, y justo en la esquina del establecimiento se suscitó el tiroteo.

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En los videos de las cámaras del local se puede observar que, al momento de los disparos, el trabajador sale corriendo, pero fue alcanzado por uno de los proyectiles, el cual se alojó en su abdomen.

Como su camiseta era de color rojo, inicialmente no se percataron que uno de los tiros de un arma tipo fusil le había impactado. Él solo se agarraba la barriga. Inmediatamente fue trasladado en un taxi hasta una casa asistencial del cantón, pero deseaban llevarlo a un hospital de Guayaquil.

  • Dolor y desesperación

Sin embargo, los parientes aseveran que pese al dolor que estaban viviendo, la situación se tornó caótica, pues sostienen que pasó mucho tiempo sin que Steven pudiera ser ingresado a un hospital más grande, todo por la falta de un código.

Encima, sus padres afirman que el hospital de Quevedo, donde estaba ingresado, por un momento fue cerrado. “Mencionaban que temían que lo vayan a rematar”, expresó Raquel Recalde, la progenitora, quien trataba de explicarles al personal médico que su hijo era una víctima colateral.

A eso de las 17:00 lograron conseguir un cupo en una casa de salud de Guayaquil, y las esperanzas de salvarlo regresaban a sus padres.

79 muertes violentas se registran en lo que va del año en Quevedo. 

“Mijo, tenga fuerzas, papito. Pídale a Dios”, esas palabras le decía su madre, mientras lo trasladaban hasta el Puerto Principal. Él le respondía: “Mami, no puedo, me duele”. Ella seguía animándolo. Recordar la escena la hace llorar.

“Cuando llegamos, una doctora nos dijo que estaba teniendo un paro y que lastimosamente lo trajimos en malas condiciones”, Raquel vuelve a sollozar. Su padre también fue golpeado por el deceso de Steven.

Raquel espera que el hospital quevedeño reconozca la falta de atención para su hijo y espera que la Policía dé con el paradero del causante del asesinato, quien al parecer fue hasta el punto a acribillar a Freddy Mora Zambrano, quien falleció en el lugar.

El autor del crimen y un compinche, por huir, dispararon y una de las balas terminó con la vida de Steven, quien se preparaba para estudiar en Guayaquil, por eso trabajaba.

Se llama Magdalena y llora como tal la muerte de sus seres queridos. Pide justicia.Daniel Vite / EXTRA
  • También clama justicia

Magdalena Arias no puede contener sus lágrimas, lo único que pide es justicia por el atentado que les hicieron a sus familiares. Su hijo fue baleado y quedó gravemente herido, mientras que su nieto de 11 años murió en manos de antisociales; la suegra de su retoño, Diana Dueñas, también pereció.

El violento hecho se dio el pasado 26 de febrero, en la parroquia La Esperanza, Quevedo. Su vástago la invitó a la finca, pero ella no quiso ir, estaba cansada y fue su suegra. La mujer cree que presuntamente una banda se equivocó y les dispararon.

  • No hay cifras oficiales

El jefe de la Dinased, Édison Hernández, indicó que en la mayoría de los casos no se puede determinar las cifras de víctimas colaterales. Esto debido a que los victimarios actúan bajo un límite de tiempo y por escapar hieren a otras personas que no tienen nada que ver con el blanco, por lo que a veces no queda claro a quién va dirigido un ataque.

“Por eso, en cada ataque levantamos indicios balísticos para tener una idea clara de quiénes pudieron cometer el atentado, en el que habrían otras víctimas, las colaterales”, concluyó.

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