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Crónica roja
Esmeraldas: Agente asesinado daba charlas de en barrios y hacía trucos de magia en planteles
Fue parte de un grupo lúdico policial y hacía el papel del Mago Boni, apodo que se ganó por los shows que hacía en las capacitaciones que daba a menores de edad en planteles y sectores vulnerables
El sargento de policía Freddi David Bonilla Ferrín le sonreía a los niños. Los ayudaba, iba a los barrios y les dictaba charlas de superación y los animaba a ser alguien de bien en la vida. Y, paradójicamente, habrían sido unos niños, de entre 11 y 13 años, quienes lo mataron a tiros solo por robarle.
Bonilla tenía 41 años de edad y 18 de servicio en la institución policial. Fue parte del grupo lúdico de la Policía, en donde hacía el papel del Mago Boni, apodo que se ganó por los números de magia que realizaba durante las capacitaciones a menores de edad en unidades educativas y sectores periféricos en situación de vulnerabilidad.
Y fue en uno de esos barrios, el Tiwintza, sur de Esmeraldas, donde ocurrió su asesinato, la noche del pasado lunes 13 de febrero, mientras intentaban robarle su moto y su arma de dotación.
“Estoy lleno de tristeza porque se nos va un hermano que dio la mayor parte de su vida personal e institucional a su lucha por el bienestar de la niñez esmeraldeña. No es justo que le hayan arrebatado la vida así, de esa manera”, se lamentó Clemente Bone, amigo y compañero de promoción de la víctima.
El servidor policial deja tres hijos en la orfandad y el próximo 11 de marzo iba a cumplir 18 años de casado con Stephania Arroyo, su esposa.
“Duele aún más saber que cayó en manos de una juventud a la cual intentó preparar; luchamos juntos por el futuro de nuestros hijos desde el frente de padres de familia de la escuela en la que estudian”, expresó un amigo cercano a la víctima.
Quienes lo conocieron lo recuerdan como una persona muy amable y siempre sonriente cuando se dirigía a la ciudadanía. “David nos deja un legado de amor y amabilidad para este mundo”, afirmó Flor Tigasi, amiga del fallecido.
“¡Qué dolor!, hasta cuándo seguimos despidiendo amigos. Con David nos conocíamos desde niños, exalumno de mi madre. Siempre caballero y buen amigo, en el mundo profesional excelente servidor”, aseguró Vicky Toro Martínez, amiga también de Bonilla.
Lo emboscaron
El sargento Bonilla había terminado su jornada laboral en las oficinas del Comando de Policía de Esmeraldas y conducía su moto por una de las calles que une a los barrios Tiwintza y 50 Casas, en el sur de la ciudad, a eso de las 22:00 del 13 de febrero. Se dirigía a su domicilio, ubicado a unas cuatro cuadras del sitio donde ocurrió el asesinato.
Por versión de los moradores del sector se conoce que los sospechosos lo bloquearon y lo desestabilizaron hasta que cayó sobre la calzada. Según se observa en un video de una cámara de seguridad de la zona, Bonilla, aparentemente herido, intenta pedir ayuda en una casa contigua al lugar donde había caído, pero no le abrieron la puerta.
Entonces regresa a recoger su moto, lo que fue aprovechado por tres personas armadas, quienes le dispararon desde una esquina. Bonilla trató de huir, pero dio unos cuantos pasos y se desplomó en la calzada. Fue allí cuando sus victimarios se le acercaron para robarle aparentemente el arma de dotación y otras pertenencias.
“Moradores nos confirman que intentaron robarle su moto y, al parecer, puso resistencia, intentó esconderse en una casa, pero terminaron rematándolo en la mitad de la calle. Se llevaron la moto y el arma de dotación; la moto la recuperamos unos minutos después unas cuadras más adentro”, aseguró el mayor Diego Velasteguí, jefe subrogante Subzona Esmeraldas.
Producto de los operativos y allanamientos realizados por la policía, tres menores de edad fueron detenidos aparentemente por estar involucrados en el asesinato de Bonilla. Ellos fueron aislados y hasta el mediodía de ayer (13 de febrero) se esperaba el inicio de la audiencia de formulación de cargos. Las edades de los adolescentes fluctúan entre los 11 y 13 años, según información proporcionada por la policía.
Juzgar a quienes reclutan a menores de edad
Por esta situación se ha abierto nuevamente el debate para sentenciar a los menores de edad como si fueran adultos, por lo que este medio consultó a Ramiro Narváez, presidente de la Comisión de Seguridad en la Asamblea Nacional, para saber lo que se está haciendo desde el Legislativo sobre la temática.
Según el asambleísta, más allá de juzgar a los chicos, lo que se hará es poner en vigencia, en pocas semanas, una ley que, en uno de sus artículos, penaliza a cualquier persona u organización que incorpora a menores de edad para cometer infracciones.
“Se trata de penalizar un nuevo delito que es la captación de menores para cometer estos actos”, refirió el asambleísta. La pena va entre 10 y 13 años de prisión y si se trata de casos de sicariato puede sentenciarse hasta 16 años.
“Ahí se debe trabajar. No se debe coger al menor y ‘crucificarlo. Tenemos que enfocarnos en la prevención del delito’.
Las políticas no deben ser represivas
Para Manuel Martínez, coordinador del Pacto por la Niñez y Adolescencia, lo que tiene que hacer el Estado es un análisis más pormenorizado de los contextos de los chicos implicados en actos de violencia.
“Se deben aplicar políticas públicas que vayan mucho más allá de solamente juzgar a los menores de edad como si fueran adultos”, según Martínez, el Estado es consciente de las actividades que realizan las bandas delincuenciales para reclutar a muchachos en sus filas.
“La única respuesta que plantea el país es la represión y no hay propuestas que tengan que ver con el tema de la prevención”, a decir del defensor de los derechos de los chicos.
Agrega que se debe trabajar con sectores como el educativo, el familiar e incluso con los gobiernos locales para el bien de los infantes y adolescentes que se desenvuelven en contextos violentos.
Barrios sin mayores oportunidades para los niños
El crimen sucedió entre el popular barrio Tiwintza y el sector denominado 50 Casas, donde otros dos hechos violentos se registraron en los últimos meses. En esta zona desconocidos abandonaron en fundas las dos cabezas de los decapitados que fueron colgados en el puente peatonal de Aire Libre, en Esmeraldas, la madrugada del 31 de octubre de 2022.
En este mismo sector fue asesinada el pasado 6 de febrero una mujer identificada como Fabiola Jiménez Valarezo (32 años), conductora de tricimoto de pasajeros.
Estos dos barrios son considerados de alta peligrosidad por la policía de Esmeraldas. Pero no solo la inseguridad afecta a sus habitantes, sino también la falta de servicios básicos, salud, educación y oportunidades.
Según el sociólogo Carlos Valencia, en estos barrios la inseguridad y la falta de acceso a una vida de calidad convierten a los menores de edad en un blanco fácil para las bandas organizadas. “El Estado debe garantizar programas sociales que mantengan alejados a nuestros niños de las pandillas para que en vez de robar y matar se dediquen a estudiar. Se debe empezar por los más pequeños, porque son los potenciales delincuentes por el medio en el que se desenvuelven”, aseguró Valencia.
Familias violentas... ¡escuelas de la psicopatía!
La pobreza de Esmeraldas la convierte en caldo de cultivo perfecto para los grupos irregulares, sostiene Jonathan Suárez, psicólogo clínico, experto en psicología social.
“Tratan de convencer a estos chicos en proceso de desarrollo psicológico y moral de que lo ilícito es el camino. ¿Quieres ser alguien en la vida o sobrevivir? tienes que pertenecer al grupo”, dice.
Estas bandas saben controlar sus mentes. “Quien tiene un pensamiento crítico pasa por un proceso educativo, un hogar funcional (con todo y problemas) y tiene metas, no va a ceder si alguien le dice: “Ve y mata”. Hay chicos que no estudian y mente desocupada... laboratorio del diablo”.
Estos jóvenes tienen conductas disociales, rompen con frecuencia las leyes, también podrían desarrollar rasgos de psicopatía (tienen en su cabeza matar) y sociopatía (causar caos social). “Estos pubertos entran a la adolescencia con contexto criminal”, indica Suárez.
¿Cómo surge un psicópata? Su colega, Juan Vera, señala que para ello hay que golpearlo, insultarlo, rechazarlo, etc. “La psicopatía no es algo que sale de la noche a la mañana, se va formando en la familia agresiva, disfuncional y carente de amor. Su casa sería la escuela de la psicopatía”, expresa Vera.
Una persona diagnosticada como psicópata debe de ser encerrada, sin acompañante, pues le puede causar algún daño. “No pueden tener vida social. Me hiciste un chiste, no me gustó y te apuñalo, son mentes asesinas. No pueden medicarlos, pues sería doparlo, se acaba el efecto del fármaco y sigue igual”, concluye Vera.