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Barrios unidos en Quito: "Ladrón agarrado... es ‘acariciado’"
Los vecinos activan alarmas comunitarias ante las novedades. Policía y abogado recomiendan no hacer justicia por mano propia. En La Cocha y Ciudad Futura agarran ‘choros’, al menos, tres veces por mes.
Los moradores de La Cocha y Ciudad Futura están organizados. Esos barrios del sur de Quito cuentan con sirenas y chats comunitarios para blindarse de los delincuentes. Y mucho más ahora que fueron testigos de un intento de violación.
La mañana del miércoles 9 de noviembre se activaron. La presunta agresión sexual a una adolescente los movilizó hasta la avenida Carlos Villacís y calle S, en la frontera entre esos dos sectores: un policía es el sospechoso.
Entre los vecinos le dieron duro: palazos, cachetadas y una que otra patada. “Lo dejaron bañado en sangre”, explica Verónica Espín, una de las vecinas. Ese día ella estaba trabajando, pero al llegar a casa, su esposo le mostró los videos.
Pero no es la primera vez que un sospechoso de algún crimen termina ‘hecho Cristo’, asegura. Son muchos los ‘choros’ que los residentes han entregado a la Policía, dice. “A algunos se les dio su merecido”.
Espín detalla que este tipo de alertas han ocurrido tres veces al mes. Los residentes están listitos para atrapar a los pillos. “Por lo general son ladrones”, precisa.
Miedo latente
Pese a que la solidaridad entre los habitantes de La Cocha y Ciudad Futura los ha protegido, no siempre han salido ilesos de la violencia. “Escucho cómo gritan en la madrugada cuando los asaltan”, cuenta Patricio Lema, otro residente.
Él vivió 20 años en Europa y a su regreso al país quedó despechado por la situación de inseguridad que padece Ecuador. “Al mes ya me quería volver”.
Lema considera que el origen de los males es estructural. Nacen en las leyes y se propagan con las mismas autoridades. “Los delincuentes tienen más derechos que uno”, se queja.
Esta es una de las razones por las que los vecinos se han organizado. Su idea no es responder a la “violencia con más violencia”, sino cuidarse entre todos para recuperar esa confianza que se ha perdido.
Saúl Guamán, quien trabaja en un consultorio dental situado frente a donde ocurrió la presunta violación a la chica de 16 años, dice que el linchamiento es una alternativa de la comunidad ante los incidentes.
Para él, esto responde a un fenómeno migratorio desde las provincias hacia la capital. “En el sur hay mucha población indígena que tiene la cultura de hacer ‘justicia’ por sus propias manos”.
Apoya esta alternativa, pero sugiere la autoprotección como otra forma de combatir la violencia.
Denuncias
Según la Policía, su trabajo se ve limitado ante la falta de denuncias de la ciudadanía cuando se cometen delitos.
Corresponsabilidad con la comunidad
Manuel Vallejo, jefe subrogante del Distrito de Policía de Quitumbe, describe que se realiza un trabajo en equipo entre la comunidad y los uniformados. Cuando reciben una alerta, siguen un protocolo de actuación que incluye notificar la emergencia al ECU-911. “En cinco minutos estamos en la escena”, afirma.
Con la compleja situación que atraviesa la institución, tras la vinculación de algunos agentes en delitos, Vallejo menciona que en Quitumbe se tiene una estrategia. Se trata de acercarse a la comunidad para establecer vínculos y trabajar conjuntamente en la recuperación de la paz. Incluso, durante el incidente del miércoles pasado, él fue hasta la escena para conversar con los vecinos y “dar la cara”.