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Sucesos
Ambato: Más de un año desde el ataque canino a una adulta mayor y su hijo, las secuelas siguen
Su vástago con discapacidad auditiva no se percató de la presencia de los perros. Su madre vio que estos se lo 'comían', trató de ahuyentarlos, luego la mordieron a ella. Ambos tienen pesadillas con el hecho.
Todos los días, con su machete o azadón, Zoila Garcés trabaja en su pequeña parcela donde cultiva frutas y legumbres. Ella ara y limpia el terreno. Parece que nada la intimida, pero cuando ve pasar a algún perro, ¡tiembla!
La mujer aún está en proceso de recuperación y el trabajo en su huerta le ha ayudado a fortalecerse. A sus 90 años, nunca se había sentido tan atormentada desde el día aquel en que fue atacada por unos canes, por salvar a su hijo.
Recuerda que el sábado 21 de agosto de 2021 unos familiares llegaron a su casa en el barrio Santa Teresita de Huachi Grande, al sur de Ambato. Se pusieron a preparar colada morada y su hijo Jorge, de 68 años, quien es sordomudo, se ofreció a cortar el arrayán que tienen sembrado en el terreno para la preparación.
Como Jorge no habla con claridad, ni escucha, no sintió a los perros cuando se le acercaron y tampoco pudo gritar por auxilio.
Pasaron 30 minutos y como su hijo no llegaba, Zoila se preocupó. Tomó su machete y fue a buscarlo. Lo que vio fue desgarrador.
“A mi hijo se lo estaban comiendo los perros y por espantarlos me atacaron. Me tumbaron. Me desgarraron la cara, una oreja… no sé cómo logré correr a pedir ayuda a mi familia”, cuenta la adulta mayor.
Dos meses en hospital
Los parientes que los visitaban desde Quito espantaron a los dos perros que le habían desgarrado un brazo a Jorge. También lo mordieron en el abdomen y el rostro, incluso le arrancaron la dentadura.
Madre e hijo estuvieron cerca de dos meses asilados en el Hospital Docente de Ambato. Les practicaron varias cirugías. Después fueron llevados a Quito, donde se recuperaron en la casa de sus familiares.
Hace unos seis meses, Zoila regresó a su casa a sembrar en su parcela. Aún le quedan cicatrices en la piel... y en el alma.
Madre e hijo tienen la mitad de una oreja y marcas de mordeduras en sus cuerpos. Eso va pasando, pero no pueden sobreponerse al miedo cuando se les acercan unos canes.
Pesadillas
Entre las secuelas más fuertes que aún tratan de sanar, están las pesadillas que tienen.
“Hay ocasiones que me despierto asustada porque he soñado con los perros que me siguen atacando. A mi hijo también le ocurre lo mismo y entre los dos nos damos consuelo. Quiero borrar de mi mente ese día, pero no puedo”, confiesa la mujer.
Según la psicóloga clínica Ivonne Vargas, estos ataques caninos, a más de los daños físicos, también dejan afectaciones psicológicas. “Cada vez que vean a un perro, revivirán los traumas que causan niveles altos de estrés, cambio de humor, pensamientos y temores irracionales. También pueden tener pérdida de sueño y problemas de memoria, ya que son adultos mayores”, expresa la psicóloga.
Según la especialista, se pueden dar dos fenómenos: la cinofobia, que es el temor a los perros, y la agorafobia, que es el temor obsesivo ante espacios abiertos.
Entre los tratamientos que se les puede dar está ayudarles a instaurar nuevas prácticas para interactuar con los animales, donde se les indica que no todos son agresivos. Es vital tener acompañamiento familiar, sostiene la profesional.
Temor: Los perros siguen en el barrio
María Estrella, una vecina de Zoila, dice que el miedo de otro ataque está latente, ya que los perros no han sido retirados del sector.
Patricia Barona, tenienta política de Huachi Grande, lamenta que la denuncia haya quedado reposando en la Comisaría Municipal y de allí no haya pasado nada. Absolutamente nada.
Zoila Garcés agrega que han visto en varias ocasiones a los perros. Le molesta que los dueños ni siquiera se hayan acercado a pedir disculpas o a dejar alguna ayuda para los gastos.