Hay reporteros que están colmando la paciencia de los talentos de la pantalla ecuatoriana. Algunos se han quejado de ser víctimas de acoso, pues han sido invadidos en lugares públicos, abordando un avión o simplemente comiendo. Los otros se escudan en que es parte de su trabajo.

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En eventos, se ha visto cómo varios reporteros de medios digitales e incluso de televisión han empujado y arrinconado a la cantante Andreína Bravo solo para entrevistarla.

Recientemente EXTRA conversó con el actor Don Day, quien empujó al reportero Dieter Hoffmann porque lo siguió hasta el aeropuerto José Joaquín de Olmedo de Guayaquil para interrogar a Elizabeth Cader, con la intención de confirmar si había terminado o no con él. Según el Cholo de labios rosa, él le había pedido amablemente al comunicador que no lo hiciera, pues no era el momento.

Hoffmann hizo caso omiso, provocando que el actor lo empujara. Don Day aseguró que no le faltaron ganas de agredirlo; sin embargo, Dieter mencionó que: “Solo hago mi trabajo, soy periodista. Voy a la fuente de la información que generan los propios protagonistas de la noticia”.

Estos son solo algunos de los incidentes que han ocurrido, lo que lleva a este Diario a plantearse las siguientes interrogantes: ¿Será que los reporteros no tienen claro su trabajo? ¿Los talentos son muy ‘divos’? ¿Se los está acosando?

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El productor Mario Naranjo, la periodista Monika Gilly (quien encarnó a la Beba Veneno, un personaje que daba información de la farándula en los años 90) y el periodista argentino Gustavo Méndez, quien también es conductor del espacio de espectáculo ‘Todas las tardes’ en su país, tiene opiniones divididas al respecto, aunque en algo coinciden: hay límites que respetar.

Gustavo Méndez / Periodista argentino

“El periodismo de farándula ha cambiado muchísimo. Por ejemplo, antes se hacían notas con las cámaras prendidas, lo que significaba que el artista aparecía y se le ponía la cámara enfrente para encararlo. Ahora, se le pregunta primero si puede acceder a una entrevista y, después, se enciende la cámara.

Hay algunos periodistas que aún son insistentes y rozan el acoso. Aquí en Argentina, no es común que los famosos sean abordados en plena cena; generalmente, se les pregunta antes. Lo cierto es que, si tienes una información verificada, puedes divulgarla sin esperar a que el protagonista la revele, como en el caso de un embarazo; eso sería una primicia. Entiendo que una persona pública puede ser buscada por periodistas, pero no está bien sobrepasar los límites y no respetar cuando no quieren dar declaraciones. Aun así, los artistas deben ser agradecidos por ser tomados en cuenta, ya que los fanáticos necesitan escucharlos”.

Monika Gilly / Periodista y actriz

“Se perseguía a los famosos, pero con respeto. Ahora se escudan en que es parte del trabajo, pero realmente invaden la privacidad. Si yo te digo que no deseo conversar o que no voy a dar la entrevista, debes respetarlo. No puedes seguirme con la cámara y el micrófono, porque llega un momento en el que el talento se molesta. Ellos toman esa molestia que provocan para destruir a ese talento. Eso no es periodismo ético, es un periodismo mediocre, aunque tengan el título, porque no ejercen bien su profesión. Es lamentable y, sobre todo, desagradable la forma en que acosan y dañan. No es que se crean paparazzi, ellos no les llegan ni a los tobillos. Son una cuerda de impertinentes y malcriados, porque sacan sus rencores a la hora de trabajar.”

Mario Naranjo / Productor de RTS

“El reportero hace su trabajo al buscar al protagonista, y no se puede calificar su labor como acoso, ya que no está vulnerando la privacidad del entrevistado. Siempre lo aborda en un lugar público, no se mete dentro de su clóset, no coloca cámaras secretas en su domicilio ni interviene su celular. Como talento de pantalla o artista, hay muchas formas de manejar esta situación: desde emitir un comunicado diciendo que no se referirá a un tema polémico, hasta subir un video ofreciendo su versión de los hechos.

Creo que lo que realmente molesta a los entrevistados son las opiniones de los reporteros u opinólogos, quienes a veces se alejan del profesionalismo y se vuelcan a lo personal, emitiendo juicios de valor sobre el entrevistado. Esto resulta problemático, especialmente cuando ellos mismos tienen ‘rabo de paja’. No son imparciales”.

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