La vida del actor quiteño José Pacheco  ha sido un torbellino de emociones desde el principio. Criado en una familia de músicos, todos esperaban que siguiera el mismo camino. Sin embargo, Pacheco desafió las expectativas y se lanzó al mundo de la actuación, a pesar de las súplicas de su mamá para que busque un “trabajo de verdad”. Es que el humor ya estaba en su sangre, aunque confiesa que nunca pensó ser cómico sino actor dramático.

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Pachequín, como le decían en MasterChef Celebrity, donde llegó solo sabiendo cocinar un arroz con carne y escaló hasta el top 6, cuenta cómo el programa le brindó una luz de esperanza y lo ayudó a soltar tragedias personales, como el suicidio de un primo en su adolescencia y la trágica pérdida de su hermana por cáncer.

José Enrique Pacheco, de 45 años, recuerda que su primera actuación con público, se dio por un castigo que le impusieron en un campamento de niños que realizaba el laboratorio donde trabajaba su mamá.

“En el campamento había actividades, pero yo no escogí nada. Como soy el último de 4 hijos y todos mis hermanos son músicos, dijeron: ‘Pacheco también va a música’, pero yo me negué, y todo fue que nos descubrieron robando el chocolate caliente con sánduches al rector del campamento y de castigo nos llevaron al club de teatro. Yo no tenía ninguna participación porque la obra ya estaba montada”, comenta.

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Pero su destino ya estaba escrito y el protagonista de la obra se rompió un pie faltando dos días para el estreno, fue entonces que Pacheco entró en escena con un personaje que tuvo un trágico final. “Eso me marcó toda la vida, mi personaje moría y todos hicieron la venia al finalizar, menos yo, me tuvieron que sacar arrastrando porque no me quería parar, yo decía: ‘estoy muerto’”, rememora entre risas.

El actor conocido principalmente por interpretar al tío de Chichico en ‘Enchufe TV’, expresa que su niñez fue muy bonita y colorida, actuando en obras escolares, con horas escuchando música, viendo en el cine y televisión películas y series cómicas, lo que alimentó su sueño de ser actor.

“Crecí siendo el gordito que hacía reír al público. A los 3 o 4 años actué en una reunión familiar y me enojé mucho de ver que se reían, les pedí molesto que no se rieran porque era algo serio. No entendía todavía el valor de la comedia y a dónde me llevaría”, explica.

Al terminar la escuela la producción nacional tomó fuerza y tuvo como sus referentes a Oswaldo Segura, Azucena Mora y los hermanos Garzón, es por eso que al crecer, le dijo a su papá, el pianista Carlos Pacheco, que quería ser actor y vio como los ojos de él se nublaron.

“Las cosas se dieron para que la comedia surja en mí y ha sido un camino maravilloso. De hecho, yo no quería ser actor cómico, sino dramático, porque así como es difícil hacer reír, es difícil asimilar que la gente se esté riendo con uno o se esté riendo de uno”.

Al ser integrante de una familia de músicos, querían que se quede en el negocio. A eso se suma que cuando Pacheco empezaba profesionalmente su carrera también inició una familia con la actriz Catalina Gomezjurado, con quien tiene sus hijos Mateo, Emilio y Martina.

“Mi mamá me decía: ‘Por Dios José Enrique tienes que conseguirte un trabajo de verdad, vas a ser el hazmerreír de la gente’. Y eso fue un reto porque también me casé a los 23 años y fue una cuestión de madurar rápido. Pasé por un montón de trabajos sin sentido para mi vida, manejé la contabilidad de un colegio, trabajé de corte fúnebre en un cementerio y fui taxista”.

Cuando nació su primer hijo, Mateo, comenzó a trabajar en Teleamazonas como director de arte de ‘Historias personales’, en la que además tuvo pequeñas participaciones, a la vez impartía talleres de actuación, hacía teatro y en 2006 llegó a trabajar de planta en Ecuavisa, donde actuó en ‘Pasado y Confeso’, ‘De la vida real’, ‘El Cholito’ y ‘3 Familias’. Mientras tanto, su carrera en teatro se consolidaba así como en la web con la serie de comedias, Enchufe TV.

A pesar del éxito y de entretener con su arte y comicidad, Pacheco coexiste con la depresión y la ansiedad, una enfermedad silenciosa que lo sorprendió como un efecto tardío de la pandemia. “Es una enfermedad difícil de entender, uno simplemente se va apagando, uno se siente cansado, no quiere hacer nada. Todo conjugó porque después de haber tenido las obras más taquilleras de Quito hasta entrado el 2020, llegó la pandemia y eso repercutió mucho en mi vida. No había contacto con el público y para mi cerebro fue complicado entender, pero de a poco ha ido mermando, la salud mental es de tratarse. Es irónico en uno que trabaja para entretener, es como en casa de herrero, cuchillo de palo”.

Pero llegó la participación en MasterChef Celebrity Ecuador y cuenta que con ella la oportunidad de conectarse con la cocina, y significar un cambio total en su vida.

“En medio de una de las crisis más grandes que he tenido en mi vida, me dio fuerzas para continuar soportándome, de llegar a tener una conexión muy grata con los jueces y los participantes. Perder en 2017 a mi hermana de un cáncer y en la adolescencia a un primo que se suicidó, en MasterChef entendí que eran episodios de mi vida que no había dejado ir y por fin hicieron catarsis en mí”.

Ese amor que lo tocó en las cocinas del programa, lo han llevado a seguirse preparando, tomando cursos con maestros culinarios y a tomar talleres online.

En 2022, el actor suspendió una gira por el país, la que ahora ha retomado y que lo llevará a las capitales de provincias con su humor. Además, está estudiando Antropología culinaria para rescatar platos de la cocina ecuatoriana que se han perdido, y pondrá en escena la obra El Pailón de Pacheco, para celebrar sus 23 años de carrera actoral.

“El 20 de abril presento este espectáculo cómico en el teatro San Gabriel, en Quito, donde mezclo el sketch, el monólogo y el stand up. Viene como columna vertebral todo lo que sucedió en MasterChef desde mi visión cómica. Estoy feliz de sentir que tengo las baterías recargadas, feliz de que la vida me siga sonriendo o tal vez siempre me sonrió y no quería verlo. Recuerden que toda tormenta se calma”. Así, José Pacheco demuestra que detrás de cada risa hay una historia de dolor y superación.

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