Aunque en su perfil de Instagram se lo ve posando para marcas nacionales e internacionales, el esposo de la presentadora Virginia Limongi, el brasileño Cezar Augusto, cuenta por primera vez, que para lograrlo, le tocó luchar desde niño.

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Tengo muchos cambios en mi vida. Recibí la propuesta de ser modelo a los 15 años, no quería porque pensé que me sacarían plata. Les dije que primero quería ser militar y que a mi regreso lo intentaría, y fue así. Me hice militar y trabajé un año, regresé a los 19. Me mandaron a Shanghái (China), con 100 dólares en mi bolsillo. No sabía hablar el idioma, tampoco inglés, nunca había viajado en avión. No sabía nada, pero allá aprendí todo.

No hablo de mi vida, pero les contaré algo. Mi familia era muy religiosa, y cuando tenía 10 años, prendí una vela para una santa, esa vela se cayó en la cama y se quemó toda mi casa. Nos tocó empezar la vida desde cero, sin plata, sin comida y sin ropa, solo con lo que teníamos puesto. Todo se quemó. Trabajé para que mi mamá ya no gastara en mí, y ayudarla.

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Trabajé cinco años limpiando autos, también los enceraba, luego en una gasolinera, después de eso fue que me hice militar.

Extraño todos los días Brasil, ver a mi mamá y mi familia. Quisiera tener a mi mamá conmigo (se le quiebra la voz). Aunque ella ha venido a Ecuador tres veces.

Es solo la cara, yo nunca podré ser machista, ni nada de eso. Me crie con mi abuela y mi mamá. Respeto mucho a las mujeres, tengo una esposa y una hija.

Me pongo nervioso, creo que muchas veces no sé palabras y cuando hablo con Virginia se me salen palabras en portugués, pero me entiende porque habla mi idioma, pero las otras personas no. Entonces trato de hacer muchas pausas para pensar bien lo que digo.

Me gusta mi gimnasio (risas) pero en realidad me gusta la Bahía (centro de Guayaquil) porque hay mucha gente distinta, te metes en lugares y encuentras muchas cosas para hacer las compras. 

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