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Gabriel Cortez, en los minutos adicionales, marcó de penal el gol del triunfo del Ídolo.GUSTAVO GUAMÁN / EXTRA

Universidad Católica vs. Barcelona: Al que no baila... le dan bailando

Los amarillos, a lo Barcelona, en su aniversario 99, tumbaron a Universidad Católica en el estadio Atahualpa

Si el fútbol se midiera en llegadas, palazos, salvadas; es decir, en “casis”, la Universidad Católica, en el mismo primer tiempo, reventaba al cumpleañero Barcelona. Infelizmente, los “por poquito” no son, sino, indicadores irrefutables de una carencia tóxica: el problema de los celestes ante el Ídolo fue su fatal carencia de efectividad.

Tenaz. Porque el equipo de la U. Católica carga con un imaginario que, por años, le corroe el coco: a la hora del té, los celestes no se sientan. Es decir, que tras muy buenas campañas, en el momento de concretar los pasos definitivos, el cuadro se cae.

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Esta leyenda, por la cual sus detractores le dicen “chimbatólica”, sin embargo, responde a las ocasiones que, aquello, en efecto, ha acontecido. Y los que no simpatizan con los estudiantes señalan que la U. Católica protagoniza grandes partidos, pero con rivales del patio o accesibles.

El resultado del miércoles 1 de mayo -con un Barcelona que le marca el gol de la victoria en los últimos segundos- podría abonar esa sentencia. Sin embargo, no fue así, para nada. De la mano de Jorge Célico, convencido de que ese calificativo no puede hacerles más daño, la Católica generó una dinámica que lo puso a puerta rival, bajo, unas cinco veces.

Claro -como cualquier equipo en cualquier liga- también tuvo sus baches, que alcanzan para que la crítica le caiga con todo. El equipo tuvo errores, pero no “arrugó”. Claro, contra un linajudo Barcelona, estos se vuelven más notorios. Pero en el juego del Día del Trabajo, el pasivo fatal fue, justamente, ese que un cuadro con pretensiones no puede permitirse: los celestes fueron estresantemente ineficaces.

En el barrio Miraflores, modo rumba, solíamos advertir a los chamos con par de frases, que calzan en este trepidante partido: pilas pana que, al que no baila, le dan bailando. ¡Oirás! Barcelona ganó, pero ni le bailó ni le pasó por encima a la Chato, para nada.

Un señor partido, con dos rivales agotando sus ideas, jugando en segunda y a 7.000 RPM. El amarillo se benefició de esa carencia celeste.

Y, desde los doce pasos, con el fierrazo del Loco Cortés, a segundos del 90 +7, salió por la puerta grande, cantando y bailando: como cumpleañero que se respeta. Más, cuando toca soplar 99 velitas, vísperas del siglo.

UNA, DOS, TRES, CUATRO...

El saludo de los entrenadores argentinos Ariel Holan (i) y Jorge Célico (d).GUSTAVO GUAMÁN / EXTRA

A los 16:30, Anangonó levanta centro perfecto: la redonda se pasea a un aliento de la sentencia, pero ni Cifuente ni Minda la soplan. A los 17:28, Fajardo, por el centro del área grande; igual le chiflaron offside, pero tampoco dijo esta boca es mía.

A los 19:43, Fajardo queda debiendo y el mal ejemplo lo replica Cifuente, a los 27:00. A los 40:00, Minda para Fajardo, que la friega de nuevo. En el 52:35, Díaz no acierta el frentazo. Encerrado en el rectángulo de los DT, Célico sudaba la gota fría.

Ahora, Barcelona no estuvo pintado: donde se descuidan los santos, van y se les cargan el pavo. En los 30:00, un carrerón del Kitu Díaz superó a la atlética defensa estudiantil, Janer Corozo bombardeó, pero le pegó a un defensa. Cinco minutos luego, Kitu muestra que no está muerto ni de parranda: intentó con otro pepazo, que Romo atajó.

A los 38, a tiro de Joao, el portero medio le agarró, pero se le escurrió el pavo y le salvó su defensa. La secuencia se repitió en el 41:33 con el córner del Kitu que peina Obando y Janner estalló en Romo, que apagó los sustos.

¡QUE LA ROMPA EL LOQUITO!

Gabriel Cortez y el festejo tras su gol ante Universidad Católica.Gustavo Guamán

Para el complemento, el amarillo prescinde del reventado Kitu y en su lugar salta Souza: Barcelona es uno con Kitu y otro sin el viejo e indomable león. Sin embargo, no perdió el mapa del tesoro trazado por Holan, su DT debutante.

A los 70, Romo, en cinematográfica atajada, desvió el misilazo de Gaibor. ¿Y el vuelto? A los 76, Fajardo, a pase largo de Vallecilla, embala por derecha; pero el vertical salva a un pálido Burrai.

En esas, sale Obando y entra el Loco Cortés, el autor de la diferencia. A los 85:24, el botín de Vallecilla le lustra la cara a un caído loco Cortés: ante la nada santa actuación, el árbitro lo mandó a confesarse.

Los minutos restantes mantienen el ritmo, la entrega absoluta de los dos planteles, en un partido para aplaudir de pie y que debió cerrar empate. Pero el cumpleañero, tapiñado, tenía el boleto de la piñata: a los 90+7 pase largo de Gaibor, corrida de Preciado, asedio de Grillo: cae el canario, el sopla pitos ejerce: penal. ¡Que la rompa el Loquito, sííí!

Cortés reclama la olla encantada. Presto, descarga derechazo, Romo se da el planchazo al costado opuesto. Los amarillos celebran, Holan debuta con pie derecho. Célico no termina de aceptar lo que, seguro, le quitará el sueño: se le fue vivo un partido que pudo liquidar en el primer tiempo.

CAPITANES A LA CANCHA

Kitu Díaz tuvo un gran despliegue en el juego ante los camaratas.GUSTAVO GUAMÁN / EXTRA

El Barcelona arribó a sus 99 años, en el Día del Trabajo. Los camaratas van por sus 61, el 15 de mayo. Kitu estuvo de cumpleaños 38, justo en el día del partido. Facundo celebró sus 39, el pasado 2 de abril.

Díaz y Martínez, tipo Frank Sinatra, van a su manera: dos carreras formidables que han honrado la palabra “capitán”. Honradez y entrega, sacrificio generoso; enaltecen la divisa con talento y carácter. Facu, desde el sacrificio y Damián, desde la furia: veteranos de guerra, dos leones alfa que no aceptan el estado de las cosas, van por ellas.

El Kitu: amado y odiado, cabreado, polémico, tribunero, pechador: manda en el campo y arrebata la banca; se carga a los árbitros, calienta el partido y enciende la grada, que lo adora. Lleva el coraje en su rostro bañado en sudor, juega de a dientes apretados. Y cuando les pega de lleno, sus derechazos ostentan belleza y eficacia.

Don Facu: un trabajador altivo que inspira respeto, a propios y extraños. Inagotable, no pierde el radar en media cancha, de donde sale con lucidez y sorprende, con estupendos pases entre líneas. El 10 de los celestes suma, con breve interrupción, 15 años con los estudiantes y; desde 2018, juega como tricolor.

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