El fútbol, como la vida, está marcado por decisiones, casualidades y tragedias que pueden alterar el rumbo de la historia en un solo instante. Un ejemplo impactante de este fenómeno ocurrió el 25 de enero de 2010, cuando Salvador Cabañas, entonces estrella del América, sufrió un atentado que no solo terminó con su carrera, sino que, de manera indirecta, abrió la puerta para que Javier Chicharito Hernández llegara al Manchester United, publica diario Marca.

La historia pudo haber sido distinta. A sus 29 años, Cabañas estaba en la cúspide de su carrera y tenía en sus manos un precontrato con el Manchester United, por $ 14 millones. Sir Alex Ferguson lo veía como el reemplazo natural de Carlos Tévez, un delantero de raza para complementar a Wayne Rooney.

Sin embargo, el América no estaba dispuesto a cederlo fácilmente y, en un intento por retenerlo, le ofreció un contrato irresistible: salario duplicado y propiedades en Acapulco y Cancún.

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Pero la vida no siempre respeta los planes. Aquella fatídica noche en el Bar Bar de la Ciudad de México cambió el destino del fútbol. Un disparo truncó el sueño europeo de Cabañas, dejando en suspenso lo que pudo haber sido su carrera en la Premier League. Mientras él luchaba por sobrevivir, el United tuvo que buscar otra alternativa para reforzar su delantera.

Y ahí estaba Chicharito. El joven delantero mexicano había comenzado a despuntar en Chivas, mostrando un instinto goleador que no pasó desapercibido. Con la plaza que quedó vacante tras la tragedia de Cabañas, el United giró la mirada hacia él.

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El 8 de abril de 2010, en una sorpresiva conferencia de prensa, se anunció su fichaje, convirtiéndolo en el primer mexicano en jugar para los Red Devils y abriéndole las puertas de Europa.

Es inevitable pensar en el efecto dominó de aquel disparo. Lo que fue un golpe devastador para Cabañas terminó siendo el impulso para que Chicharito escribiera su propia historia en el fútbol europeo.

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Mientras uno se convirtió en una estrella internacional, el otro libró una dura batalla contra la adversidad, intentando volver a las canchas sin lograr recuperar su nivel.

El fútbol es así de impredecible, una mezcla de talento, circunstancias y giros inesperados. Cabañas y Chicharito son testigos de cómo un solo evento puede cambiar el destino de dos carreras, dos vidas y, en cierta medida, del propio fútbol mexicano. A veces, el balón rueda en direcciones que nadie espera.

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