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El amor, lo mejor en el Capwell
La pedida de mano del novio emelecista duro más tiempo que el partido.
Había llevado el anillo de matrimonio hasta el estadio Capwell. Jamás pensó que su imagen iba a ser lo mejor del Clásico del Astillero, que se suspendió.
El enamorado emelecista sacó el anillo en las gradas del Capwell y se arrodilló. La novia se quedó fría, se sonrojó y los hinchas junto a ellos no sabían qué estaban pasando.
Su imagen estaba siendo vista por las personas desde sus casas también. Fue amor en tiempos de Clásico.
Una cosa de no creer: la pedida de mano duró más que el mismo partido. Es decir que el amor terminó goleando al fútbol en un estadio ecuatoriano.
UN SÍ
Al final ella dijo que sí, en una muestra de amor puro antes de que se dañara todo. En realidad fue lo mejor que pudo pasar y, dadas las circunstancias, las bromas de los aficionados no faltaron.
Unos decían que cuando sean felices y tengan bebés, bien les podrían poner tres nombres si era varoncito: Franklin, en honor al árbitro Congó; Damián, por Díaz que se pasó provocando al público, o Paco, por todo el tiempo que se quedó Rodríguez en la cancha.
El amor salvó los primeros minutos de un cotejo que desde antes ya tuvo cosas que no tienen nada que ver con el amor.
Para el recuerdo quedarán las imágenes de esta pedida de mano. Y de lección para los próximos novios que deseen hacer lo mismo, que lo hagan antes de que comience el partido, porque puede que se queden con el anillo sin poder sacarlo.