El hombre del show de Ecuador frente a Paraguay era quien mejor nos conocía, y nos hizo daño sin utilizar una sola mala palabra; de hecho, muchos lloraban horas antes del partido. Gustavo Alfaro es, en realidad, un hipnotizador con sus palabras; habla de tal manera que hasta le creemos.

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Es un especialista en cerrar partidos. A veces, Paraguay colocó a seis defensores, especialmente en el segundo tiempo, y así juega Alfaro, que ha logrado que Paraguay lo imite. El 0-0 con la Tri en la fecha 9 de las eliminatorias es el mejor premio a su espectáculo, que estuvo lleno de lágrimas y abrazos.

Gustavo sabía que llevarse un punto de Quito era fácil y conocía dónde colocar sus pilares para que Ecuador no pudiera llegar al arco, y lo logró. Antes del partido, comenzó el espectáculo de los abrazos; solo faltó abrazar a Francisco Egas, presidente de la FEF, pero eso no iba a suceder, ya que lo sacó y tardó en pagarle sus premios.

Después del empate, Alfaro tenía razón al afirmar, 24 horas antes: “Más allá de lo que pase, el resultado no va a cambiar absolutamente nada. El afecto que Ecuador generó en mí será para siempre. Y mientras viva, siempre será una gran felicidad volver aquí”.

Alfaro se fue feliz, con un punto y manteniéndose invicto en la eliminatoria, mientras que Ecuador quedó "embobado" con su léxico. Lo que duele más es que nos conocía tanto que nos hizo perder nuestros primeros dos puntos en casa. Eso sí merece lágrimas, pero de coraje.

Por ahora, Ecuador ha perdido cuatro puntos de local: dos en el empate 0-0 con Colombia y otros dos con Paraguay. Y no es para asustarse, pero Bolivia, en tres partidos, ya ha igualado nuestra cuenta con 12 puntos.

Al final, las lágrimas de Gustavo Alfaro nos las pasaron a los ecuatorianos.

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