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Dragonas de Independiente del Valle se quedó con el título el 21 de septiembre.Angelo Chamba / Extra

Fútbol femenino en Ecuador: El patriarcado en la cancha y la lucha por equilibrar la pelota

Juegan por un lugar en el mundo de ellos. Dicen que es un caballo de Troya, para más luchas. El país no subvierte la realidad, la reafirma.

Final de la Superliga Femenina: Dragonas 4 - Barcelona 0. El permanente perfeccionamiento de un modelo institucional superó a Wendy Villón y a su equipo de élite, mientras que la gestión de talento en Independiente del Valle culminó ganando el campeonato.

Las fotos destacaban el artículo: ellas, fuertes y feroces. Gestos que ya se han visto, pero en hombres. La gracia, inherente a ellas, se presenta en un ritual de combate, propio de ellos. Euforia por la corrección política: ¿el fútbol femenino corre por ahí?

Fue una conquista que sumó a sus derechos, aseguraron. Autovaloración: ¿hacer cosas de hombres para empoderarse como mujeres?. Percepción externa: ¿el mundo actúa distinto ante la mujer si realiza actividades tradicionalmente masculinas? Ellas entran bajo el canon masculino y juegan en una posición vulnerable. ¿Y la conquista?

Números incoherentes

A Barcelona le fue arrebatado el título 2023. Tiene gran historia en el campeonato.Archivo

Como negocio, este fútbol crece: un estudio de Deloitte indicó que en 2023 la liga femenina inglesa generó 56,7 millones de euros (cerca de 61,8 millones de dólares) y más de un millón de hinchas. Dinero hay. ¿Quién corta el bacalao?

Alexia Putellas, capitana española, gana 654.000 dólares por temporada solo en cancha. Alex Morgan, leyenda estadounidense, recibe 7 millones de dólares anuales; mientras que Messi obtiene 120 millones. Las 15 jugadoras mejor pagadas ganan menos de un tercio que los reyes del fútbol.

Y es que las mujeres contribuyen al negocio en ligas excepcionales, pero el nuevo establecimiento tarda en incluir al gran número de trabajadoras del deporte. Entre hombres, el proceso comienza desde la infancia; de ahí que entre las damas reclaman inclusión, pero entre ellas aún no existe; el fútbol femenino no subvierte la realidad, la reafirma.

Persisten aún las diferencias salariales y de entorno laboral. En Francia, la brecha es de 27 a 1; ellas con un torneo presupuestado en 1,9 millones de euros, y ellos, en 19 millones. Aquí, el entorno laboral adecuado comienza a asomarse: en clubes excepcionales hay contratos, becas, alimentación, hospedaje y convenios con universidades.

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El discurso populista que se añade cae en offside: la influencia fuera de la cancha sigue lejos. Según ONU Mujeres, la brecha salarial es del 20 %; post-COVID, una de cada diez vive en pobreza extrema. En cinco años, 342 millones de mujeres vivirán con menos de 2,15 dólares diarios. Por cada dólar que gana un blanco en EE. UU., una latina recibe 57 centavos.

La realidad en el país

En Ecuador, según Adecco, la mayoría de las gerencias (60 %) son ocupadas por hombres, y ellos dominan las mejores pagas (64 %). A niveles bajos, el 63 % de la mejor paga es para ellos. El mundo del fútbol no escapa a esa realidad: el discurso no alcanza, ni en la cancha ni fuera de ella.

La inversión y gestión de este fútbol siguen bajo el patriarcado de la FIFA. La cancha está inclinada. La industria busca ampliar nichos de incidencia y mercado: nuevos actores, contenidos y consumos. El balompié de mujeres juega en ese espacio: es solo eso.

El boom femenino se desató en 1988, durante el Mundial de China. Desde entonces, las cifras dentro y fuera de la cancha no alcanzan ni para un gol de honor. Entre lo políticamente correcto, el negocio y la realidad, esta última gana por goleada.

Los cambios

El circo necesita nuevos payasos, y ya los encontraron. Se reinventa en el camino del fútbol femenino. Mientras tanto, el mapa étnico del balompié ha cambiado: la raza negra gana espacios en equipos tradicionalmente blancos. Alguien se queda fuera.

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Se juega como se vive: lo que sucede en la cancha ya no se limita solo a ellas. Europa, absorta, enfrenta la toma de sus territorios y cultura por quienes antes fueron minoría. Otro ‘déjà vu’. Los antaño titulares ahora son suplentes; los dueños de casa abandonan el barrio.

El fútbol presenta nuevas imágenes en un mundo en conflicto. Mientras la grada se acomoda por la explosiva dinámica de mercado, la industria suma actores que generan negocios. Sobrevivir, crecer y perpetuar son indispensables. ¿El fútbol femenino caracteriza esto?

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