El trofeo de la Copa del Mundo es, sin duda, uno de los objetos más preciados del planeta para los futbolistas. A su paso genera tanta expectativa que las personas son capaces de todo para estar a su lado por apenas unos segundos y posar para una fotografía. Después de todo, ese es el máximo premio para un aficionado, ya que solo jefes de Estado y campeones del mundo pueden tocarlo.

El martes 1 de noviembre, en el único día que estuvo a disposición de los fanáticos en el país, miles de personas arribaron al Paseo San Francisco para mirarlo de cerca. No importaron las largas filas, ni el fuerte sol. Era la única oportunidad y valía la pena.

El más emocionado fue Sebastián de la Cruz, el primero en llegar. Él estuvo en el sitio a las 06:30, a pesar de que la fiesta iniciaba a las 10:00 y se adquirían los boletos con horarios establecidos. No quiso riesgos. Inclusive faltó a clases.

“Mis padres piensan que estoy en el colegio. Cuando vean la fotografía sabrán que me escapé, pero no importa. Solo tengo esta oportunidad para estar aquí”, dijo emocionado.

Sus ganas por una fotografía eran tan grandes que consiguió una aliada clave para su plan: su abuela Carmen Benavidez. “Me gusta el fútbol, pero más me gusta ver feliz a mi nieto, así que lo ayudé en la escapada desde Sangolquí, donde vivimos”, dijo Carmen.

TODO VALE

Al igual que ellos, oficinistas también se ‘fugaron’ de sus trabajos para disfrutar de la fiesta. “Cambio multa por fotografía. Esperé una hora, pero creo que va para más”, contó Luis Córdova. Él llegó a las 09:30, pero cerca de las 11:00 todavía estaba en la fila.

Su esfuerzo, sin embargo, fue compensado. No se trataba solamente de un trayecto directo hacia la fotografía. Se armó un festival que tuvo muchas atracciones.

La que más llamó la atención fue el centro de peluquería. Tres estilistas atendieron a los hinchas que se animaron a imitar los cortes de cabello de algunas figuras como Lionel Messi y Cristiano Ronaldo.

Cristian Álvaro, por ejemplo, se hizo el corte de El Bicho. “Ya estoy aquí, mejor me dejo llevar por el momento”, comentó antes de reírse.

Y así pasó el día entre juegos y diversiones hasta llegar al premio mayor, justo al final del recorrido: la fotografía con la Copa del Mundo.