Son casi las 08:00 (06:00 de Ecuador) en el barrio Caballito, en Buenos Aires, el corazón de Ferro Carril Oeste, famoso club de básquet de Argentina. La temperatura está por los 3 grados centígrados, el frío es tremendo.

En el club verde entrenan dos gigantes ecuatorianos: Juan Fernando Toledo, de 16 años y 1,97 metros de estatura, y Paulo Salazar de 17 y 2,05 m. Ellos reciben a EXTRA y le cuentan su experiencia de vivir solos en la fría Buenos Aires.

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SACRIFICIO

Juan Fernando es el primer jugador ecuatoriano de baloncesto fichado por un club extranjero a los 15 años.

“Estamos disfrutando nuestra estadía aquí, es un aprendizaje diario que nos sirve de mucho. Hacemos el mayor esfuerzo y sacrificio, porque la idea es dejar en alto el nombre de Ecuador”, expresa el adolescente, quien revela que una de las cosas más difíciles ha sido el frío de Buenos Aires y el vivir solo, ya que extraña a la familia. Sin embargo, está seguro de que todo tendrá su recompensa.

Mientras que Paulo Salazar, quien dejó su natal Durán, se siente feliz con lo que está aprendiendo, pero cuando le entra la nostalgia recuerda que su meta es jugar en el extranjero.

“El clima es diferente, pero vale la pena cada sacrificio que se hace. Entrego todo de mí. Claro que a veces se pasa mal, por la nostalgia, pero todo vale la pena”, expresa.

Sobre la presencia de los ecuatorianos, el entrenador Ronaldo Córdoba comenta: “Es una felicidad enorme trabajar con estos chicos todos los días, tienen muchas ganas de superación y nosotros los disfrutamos a ellos”.

Añade que la relación con los muchachos comenzó cuando los vio jugar en el Sudamericano de Argentina en el 2022 categoría sub-15 y en Ecuador. “Están en un proceso de adaptación, son los extranjeros del equipo, tienen todas las condiciones para triunfar y llegar a jugar en la Liga Nacional”.

FUERTES

Son ‘pelados’ ecuatorianos con unas ganas inmensas de sobresalir. Juan Fernando es de los que miden las palabras. “Poco a poco voy cumpliendo los sueños, cada entrenamiento voy aprendiendo. Cuesta mucho el estar sin la familia, es un sacrificio, pero nos sirve de mucho. No hay que dejar de trabajar ni de soñar nunca. Cada día voy teniendo más experiencia, es algo nuevo y sirve”.

Mientras que Paulo, el ‘chico’ de 2,05 metros, dice que esta experiencia es una motivación para otros jóvenes que también disfrutan el básquet, para que nunca dejen de soñar en grande.

A Toledo y Salazar ahora los une el color verde de Ferro Carril Oeste. Están en Argentina metidos de lleno en el deporte en el que de niños defendieron a la selección de Ecuador. Sus sueños son gigantes, como su estatura.

Las temperaturas bajas de Buenos Aires no enfrían las ganas de estos dos ecuatorianos por sobresalir en el deporte de la canasta. Y van bien, están en un equipo que es un ícono en América en esta disciplina, ganando experiencia y cumpliendo sus objetivos.

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